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La celebración de la Navidad en el mundo cristiano es el resultado de visiones y adiciones diversas. La necesidad de sustituir las fiestas paganas romanas tan arraigadas en esa cultura fue punto de partida de esta festividad.

Desde su génesis y a lo largo de los siglos, a la celebración del Adviento del Niño Dios se le han adicionado elementos festivos populares, algunos de ellos alejados de la liturgia religiosa, desde villancicos, representaciones de nacimientos, posadas, árbol de navidad, hasta modernos componentes como el Santa Claus con su trineo cargado de regalos que tienen que ser repartidos por todo el mundo. Seguramente la Navidad seguirá enriqueciéndose con otros elementos culturales y deshaciéndose de otros como producto de la modernidad.

Un ejemplo de tradiciones perdidas son las tarjetas de Navidad, tengo el recuerdo rural de mi familia mandando a imprimir sus tarjetas navideñas semanas antes de la noche navideña y enviarlas a familiares y amigos cercanos o lejanos; las tarjetas con motivos navideñas se firmaban y se deseaba “felices pascuas y próspero año nuevo”.

El recibir en vísperas navideñas un sobre con timbres cancelados por el matasellos del Servicio Postal Mexicano causaba alegrías y nostalgias en nuestras familias. Hoy esta tradición tiene sello de cancelada. El inglés Sir Henry Cole, inventor de esta práctica en 1843, no se da por enterado de que las tecnologías de comunicación le pusieron punto final a esta hermosa actividad.

Las posadas y las ramas son dos de las tradiciones en desvanecimiento. En las zonas rurales los niños encontraban en estas dos actividades propias de los días decembrinos fuente de abastecimiento de dulces y antojitos deliciosos.

Las ramadas siguen existiendo, pero han perdido su identidad particular; la rama proveniente del árbol de pepino kat, la cual, forrada de algodón y adornada de farolitos, era el lábaro plástico que precedía a los niños que cantaban estrofas entre serias y cómicas. El acto final era recibir el aguinaldo que servía para la realización de un convivio en donde el protagonista principal era la piñata cargada de dulces. El canto ha variado, aquí en el sur invisible he escuchado a niños cantar estrofas que no guardan relación con la Navidad, ahora la rama del árbol se suple por una imagen de la virgen María o por una de la Guadalupana.

Al menos en mi pueblo, no sé si en otros es igual, las posadas ya no se celebran. Estas posadas se realizaban en nueve ocasiones antes de la Navidad; los católicos y no católicos se juntaban e iluminados con cirios caminaban por la calles hasta la casa en donde previos cantos litúrgicos populares solicitan asilo.

Al abrirse la puerta de la casa seleccionada de antemano se agasajaba con atole, pan y dulces industriales a los peregrinos. Los niños de ayer gozábamos en este mes.

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