Leer: un acto de placer
Verónica García Rodríguez: Leer: un acto de placer
Según las encuestas de hábitos, prácticas y consumo culturales de los últimos años, entre 70 y 73% de los mexicanos no leen un solo libro al año. Por lo que no son extrañas las campañas que se han desarrollado a favor de la lectura desde diferentes flancos. Sin embargo, nos hemos detenido a pensar ¿estas estadísticas toman en cuenta a los lectores de revistas y periódicos? ¿Para subir los índices de sus porcentajes tenemos que comprar libros en las librerías? ¿Cuáles son las consecuencias concretas que nuestro país ha recibido porque sus habitantes no leen? ¿Por qué es un problema el no leer?
En realidad si nos preguntamos ¿qué pasa si no leo?, la respuesta más real será: nada. Así es, si alguien no lee, en realidad no pasa nada. La pobreza no disminuye ni aumenta, así como aquel que tiene hambre, ésta no se le quita al leer un libro, y aunque digan que el libro es el mejor amigo, en realidad no sustituye la compañía de un ser amado en la soledad.
Y entonces, te preguntarás ¿para qué leer?, ¿para qué este segmento? Simplemente para descubrir que no leemos para ser mejores, para componer el mundo, ni para aprobar un examen de PISA. Leemos para disfrutar.
El disfrute se nos ha negado de tiempo atrás por resabios de la cultura judeo cristiana que asocia todo aquello que nos produce placer con el pecado. Desde esta perspectiva, nos negamos a realizar actividad alguna que sólo nos produzca placer —no queremos ser confinados al infierno—, y con el desarrollo del pensamiento capitalista, aquello que no produce utilidades no puede ser productivo. Si dedico, pues, mi tiempo a una actividad no productiva, se convierte en ocio, y si además ese ocio me produce placer, entonces estoy actuando mal. ¿Cómo leer, entonces, si leer es perder el tiempo en mi placer?
El libro es un objeto inanimado que puede tener infinidad de usos prácticos, además de ser un boleto al infierno, un obstáculo para la productividad o una medicina que debe aplicarse 15 minutos cada 24 horas, también puede servirnos para caminar bien plantados si nos lo ponemos en la cabeza, ayudarnos a matar algún insecto, a nivelar una mesa, a impresionar a algún desconocido.
Sin embargo, resulta toda una experiencia cuando nos atrevemos a abrirlo por voluntad propia y a poner en práctica nuestros sentidos, las únicas herramientas que tenemos para aprehender y disfrutar el mundo