Ana Frank: escritura desde el encierro
Verónica García Rodríguez: Ana Frank: escritura desde el encierro
El 10 de noviembre de 1938, la noche de los cristales rotos, es considerada el inicio del Holocausto. Las tropas alemanas comenzaron a arrestar masivamente a los judíos en sus domicilios, destruyendo sus tiendas y sinagogas, asesinando a muchos de ellos. En septiembre de 1939, no contento con su dominio sobre Alemania, Austria y Eslovaquia, Hitler invade Polonia. Gran Bretaña y Francia le declaran la guerra, pero el ejército alemán, es ya imparable y para 1940 ha ocupado la mayor parte de la Europa occidental, incluida Holanda, donde se encuentra la familia Frank que había huido de Alemania en 1933.
En su diario, Ana Frank nos cuenta los días que vivió en la Casa de Atrás, desván situado detrás de las oficinas donde trabajaba su padre. Allí vivió, junto con sus padres y su hermana Margot, en compañía de la familia Van Pels durante dos años.
La adolescente de trece años le escribió a Kity —como llamó a su diario—, todo lo que le ocurría, hablaba o pensaba, sus enojos por la Señora Van Pels que pretendía educarla, sus pleitos con su madre, sus sueños, sus preocupaciones, sus comentarios sobre su hermana Margot, sobre el Sr. Pfeffer, el dentista que se incorporó después al refugio y con quien tenía que compartir el escritorio y, por supuesto, también sobre el joven Peter Van Pels, de quien dice es: “Un muchacho desgarbado, bastante soso y tímido, que no ha cumplido aún los dieciséis años y de cuya compañía no cabe esperar gran cosa”. Sin embargo, después de año y medio de convivencia se acaba enamorando de él y es de quien recibe su primer beso.
Ana nos cuenta también lo que los ocho habitantes clandestinos imaginaban que harían una vez estuviesen por fin libres: “Lo que más anhelan Margot y el señor Van Pels es un baño de agua caliente hasta el cogote, durante por lo menos media hora. La señora Van Pels quisiera irse enseguida a comer pasteles, Pfeffer en lo único que piensa es en su Charlotte, y mamá en ir a algún sitio a tomar café. Papá iría a visitar al señor Voscuij, Peter se iría al centro y al cine, y yo de tanta gloria no sabría por dónde empezar. Lo que más anhelo es una casa propia, poder moverme libremente y que alguien me ayude a hacer los deberes, o sea: ¡volver al colegio!”.
Las páginas del diario registran hasta el 1 de agosto de 1944. Tres días más tarde, las familias fueron delatadas y detenidas por la Gestapo. Los Frank fueron separados y enviados a distintos campos de concentración. Ana y su hermana Margot pasaron por Auschwitz hasta que fueron trasladadas a Bergen-Belsen donde murieron a tan sólo un mes de ser liberadas.
Una hora después de la detención de los Frank, Miep Gies y Bep Voscuij, quienes habían ayudado a las familias durante su encierro, decidieron ir a recoger lo que había quedado en el refugio, y entre las cosas esparcidas en el suelo, encontraron el diario de Ana Frank. Así, cuando Otto Frank, padre de Ana, volvió del campo de concentración de Auschwitz, Miep le entregó el valioso testimonio.