Cosechas lo que siembras

Adriana Marín Martín: Cosechas lo que siembras.

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Alguna vez te has preguntado ¿qué tipo de semillas estás sembrando mientras transitas por el mundo? Todos somos aprendices en este camino que nos reúne para existir y vivir, aunque suene a poema de Amado Nervo, somos arquitectos de nuestro propio destino, lamentablemente hay quienes luego de fabricar y alimentar tremendos monstruos se quejan y replican el peso y el dolor que les provoca el problemón que crearon.

Existe gente que a diario sale de su casa con la firme intención de sembrar y plantar muchas semillas, levantan el costal, se lo cuelgan en la espalda y emprenden la aventura de esparcir su cometido, dejando a su paso un montón de posibilidades al crecimiento.

El problema con estos individuos no es la actitud, esa la tienen bien puesta, se encuentran perfectamente enfocados en su propósito, saben hacia dónde van y lo hacen con determinación, empuje y pasión. El inconveniente es que sus semillas no son sanas, no son positivas, llevan la bolsa llena de chismes, odio, envidia, dolor, enemistad, celos y ganas de frenar los sueños ajenos.

Invierten su maravilloso tiempo en perjudicar a los demás, ocupan sus valiosos minutos en sembrar dificultades para otros, poniendo piedras en el camino de sus semejantes, tal vez es algo que les brinda satisfacción, seguramente lo disfrutan. Lo triste es que luego de una larga jornada regresan a una morada que los recibe con una vacío que les lastima el alma.

Al otro día salen nuevamente a la faena y miran su trayecto con miedo, porque en él encuentran pequeños brotes de odio, ira, desilusión, temores, inseguridades, envidias… entonces se muestran preocupados porque esos retoños van tomando fuerza y crecen, cada nuevo día se ven más grandes, más firmes y amenazan con dar fruto en cualquier momento.

Allí comienza el reclamo hacia todo, hacia todos, buscan por todas partes al culpable, investigan a fondo para conocer el nombre de quien ha llenado su sendero de dificultades, de complicaciones, de problemas que en realidad eran innecesarios y no se les ocurre revisar el costal de semillas que han esparcido con ímpetu y desesperación.

Se les olvida que han sido ellos mismos quienes han llenado su camino de apuros, promueven lo malo y esperan lo bueno, siembran lo negativo y anhelan frutos positivos, eso jamás sucederá.

Dice en el libro de Gálatas, en el capítulo 6, versículo 7: “No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará”.

Ni el agua está tan clara, es imposible perseguir la felicidad si se desea la infelicidad de otros, nunca se alcanzará lo bueno, si se está rodeado de lo malo.

No es karma, no es magia, es simple lógica. De la vida y del destino sólo podemos esperar lo que damos, lo que construimos, y en resumen lo que somos. Antes de buscar culpables, de señalar o replicar, te invito a revisar tu costal de semillas, para estar consciente de que eso que estás sembrando es lo que, sin lugar a dudas, vas a cosechar.

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