Bibliotecas humanas
Adriana Marín Martín: Bibliotecas humanas.
Aprender a pararse en los zapatos de otra
persona, a ver a través de sus ojos,
así es como comienza la paz
Barack Obama
El otro día leí que en países como España, Rumanía, Islandia, Noruega, Canadá, India, Italia, Estados Unidos y Portugal, existen bibliotecas humanas. Se trata de un movimiento que surgió en Dinamarca cerca del año 2000, con la intención de fomentar la tolerancia y empatía en las personas.
Funciona idéntico a una biblioteca convencional, solamente que, en lugar de tomar prestado un libro, se te brinda la oportunidad de prestar una persona, quien, por un tiempo, el cual es alrededor de 30 minutos, te comparte una plática basada en su historia personal, a través de la conversación este individuo da a conocer sus sentimientos acerca de alguna realidad específica, con la finalidad de romper estereotipos o experiencias que pueden parecer irreales, ajenas o increíbles, pero que conforman el día a día de algún ser humano como tú y como yo.
En una biblioteca tradicional ubicas a los ejemplares por su género o subgénero literario: cuento, novela, poesía, ficción, comedia, drama, entre otros; por el contrario, en las bibliotecas humanas te toca elegir entre opciones como: “desempleado”, “refugiado”, “bipolar”, “deprimido”, “infiel”, “inseguro”, “homosexual”, “discapacitado”, “transexual”, entre otros.
Me conmovió saber que las personas que se brindan como libros humanos, no reciben algún pago por ello, lo hacen por el puro gusto de fungir como maestros de vida, que brindan lecciones de corazón a quienes tienen alguna duda, fobia o simple curiosidad por los aspectos que lo hacen único y auténtico.
El objetivo principal de este movimiento es lograr que quien escucha la historia llegue a mirar la realidad del otro con tolerancia y empatía, aplicando esos sentimientos a la vida diaria.
Luego de enterarme de estas acciones me puse a averiguar si en México hay bibliotecas humanas, me encontré con seis, las principales y que más llamaron mi atención fueron las dedicadas a personas con experiencias impactantes durante el sismo del 85, y la de personas que buscan y procuran la igualdad de género.
Falta mucho por aprender, pero cada día se aprende algo nuevo, tal vez sea una buena idea hacer de nuestra convivencia con otros una rutina tipo biblioteca humana, tratemos de escuchar más allá de lo que dicen, intentemos mirar con sus ojos, estar en sus zapatos, como se dice comúnmente, practicando a diario la empatía y la tolerancia, tomando cada contacto humano como una buena lección de vida.
Al reflexionar sobre este tema recordé un fragmento escrito por Kieran Setiya, un especialista en Filosofía de la Mente, nacido en Reino Unido, él escribió en su obra “La Vida es Dura” las siguientes palabras: “Amigos, la vida es dura y tenemos que decirlo. Es más dura para unos que para otros. En todas las vidas ha de caer la lluvia, pero mientras que los afortunados se secan junto al fuego, otros quedan empapados por las tormentas e inundaciones, tanto en sentido literal como figurado”.
Hoy quiero preguntarte: si las personas fueran libros, ¿tú serías de los que juzgan al libro por su portada?