Palabras que se disfrutan
Adriana Marín Martín: Palabras que se disfrutan.
Que la vida te permita coincidir con gente que te inspira es una verdadera bendición. Y es que han pasado unos meses de que tuve la oportunidad de platicar con el maestro Luis Pérez Sabido.
Él cree que lo conocí esa mañana de junio, cuando amablemente me regaló un tanto de su preciado tiempo, pero no es así, yo ya lo conocía sin la plática y el saludo, no se lo dije, porque quería conocerlo un poco más.
Supe del maestro durante un festejo familiar, en una de esas sencillas reuniones que congregan a la hora del almuerzo a todos los hijos, nietos, nueras, yernos, abuela y demás. Fue mientras las pláticas de sobremesa se peleaban por ser protagonistas, usando como medio a esos que acostumbran levantar la voz para hacerse notar.
El clásico ambiente de hogar en fin de semana, uno que otro recuerdo pasando de persona en persona, mientras los niños corren y juegan en la terraza, y los más grandes se dejan abrazar por la armonía familiar.
Entonces yo no era una persona adulta, pero tampoco era niña, sin embargo, ya tenía edad suficiente para comprender que me aburría el griterío de los mayores buscando protagonismo entre sí, y me parecía chistoso el ir y venir de los más pequeños que corrían sin parar, con gran emoción por todo el lugar.
Fue la voz de Luis Miguel la que entre tanto escándalo se oía al fondo, capturó mi atención mientras susurraba una canción que a la letra dice así: “Yo sé que volverás cuando amanezca, y escucho el despertar de ruiseñores. En medio de esta prisa cotidiana, te espero regresar y me parece, que nada destruirá nuestros amores. Mientras vuelvas junto a mí, siempre a mí, cada mañana”.
Algo lindo sentí en ese momento, la letra de esa canción me asustó despacito el corazón, puse mucha atención a lo que el cantante decía, y alguien comentó de repente “es de Pérez Sabido”, ese día supe, que, aunque Luis Miguel la interpreta muy bonito, esa creación es del maestro, un yucateco lleno de inspiración.
Luego supe de sus premios, de sus libros, de sus muchas letras y así fue que lo conocí. Aunque suene absurdo, es cierto, uno puede percibir la esencia de quien escribe, de quien deja sus sentimientos estampados en forma de letras sobre el papel, sobre todo cuando lo que esa persona transmite llega directo al alma, y asusta despacito al corazón.
El día que platiqué en persona con el maestro Pérez Sabido, tuvo la gentileza de obsequiarme su libro “Voces de Silencio”, entre sus páginas me encontré unos hermosos poemas, palabras que se disfrutan diferente cada vez que se leen, porque te invitan al regreso, describen las miradas furtivas y elogian de modo elegante a la ausencia.
Estoy segura de que las voces que dieron nombre al libro vienen de su inspiración, guiándolo con la pluma mientras el silencio reina a su alrededor. Pero el silencio no está solo, los sentimientos, la juventud y el amor bonito se pasean campantes entre las páginas de este ejemplar.
Me quise quedar con un fragmento, porque da permiso a un rescate, a la consideración, aunque al final de ese poema, el autor aconseja que es mejor olvidar. Dice: “Mira bien, quizás haya algo de valor que pueda rescatarse entre los escombros de un amor atrapado por el tiempo”