Vulnerabilidad no es debilidad
Adriana Marín Martín: Vulnerabilidad no es debilidad.
A los valientes que tienen el corazón roto,
que nos han enseñado cómo levantarnos
después de una caída.
Su valor es contagioso
Brené Brown
Hay quienes piensan que ser valiente es sinónimo de no sentir dolor, no caer y no tener miedo, esas mismas personas confunden la vulnerabilidad con la debilidad, y es que, aunque no se le considera como una virtud, ser vulnerable nos permite conectar con nosotros mismos y con los demás.
Se puede ser valiente y vulnerable al mismo tiempo, creo que el primer paso hacia la valentía es reconocer las debilidades, ubicarlas, aceptarlas, pero estar dispuesto a reponerse de ellas cuando el momento necesario llegue.
Se requiere valor para vivir plenamente, y esto implica estar dispuesto a vencer obstáculos, a soportar heridas, enfrentar pérdidas y caídas, porque somos vulnerables, porque se tiene que ser sensible para amar, para poseer, sentir y vivir de verdad.
El amor, la ternura, la compasión, el placer, el agradecimiento, son sólo algunas de las emociones que nos permiten experiencias valiosas, pero todas ellas vienen con su buena dosis de vulnerabilidad.
Allí es donde se conoce al que de verdad es valiente, y lo será aquel que se arriesgue a ser auténtico, dando espacio a las emociones, procurando enriquecer sus vivencias mientras avanza por el camino, aunque eso implique la posibilidad de caer o ser lastimado.
La vulnerabilidad no es debilidad, por el contrario, es el resultado de haber tenido el valor de exponerse, sabiendo que se pagará alguna consecuencia si no se obtiene el resultado esperado.
Sobre este tema abunda la investigadora Brené Brown en su libro “Más fuerte que nunca”, ejemplar en el que ofrece un método de tres pasos para convertir en fortalezas el dolor.
“Si somos bastante valientes con suficiente frecuencia, nos caeremos; esta es la física de la vulnerabilidad. Cuando nos comprometemos a estar presentes y a arriesgarnos a caer, en realidad nos estamos comprometiendo a caer. Atreverse no es decir: Estoy dispuesto a arriesgarme a fracasar. Atreverse, es decir: Sé que tarde o temprano fallaré y de todas formas me comprometo”, así lo asegura la autora.
Es riesgoso abrir el corazón y compartir los sentimientos; también lo es tomar una importante decisión con la que se apuestan muchas cosas, pero como dice el dicho: “el que no arriesga, no gana”, y así como puede que llegue una tremenda caída de la que duela levantarse, también puede ser el principio de lo que tanto se ha anhelado.
Mientras tanto, es mejor que seamos valientes y nos expongamos a la vulnerabilidad, para experimentar esa manera tan importante de establecer vínculos con los que nos rodean y con lo que nos rodea. Hay que estar dispuesto a abrazar nuestra fragilidad, para hacer de ella una gran fortaleza.