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¿Recuerdas cuál era tu juego favorito de la infancia?, ¿qué harías si volvieras a ser niño?, ¿te sentirías familiarizado con el pequeño que fuiste?

Aunque no sea algo que tengas presente, ese niño o esa niña sigue existiendo dentro ti, por una simple y sencilla razón, tú eres esa persona. Con el paso del tiempo nos vamos olvidando de cómo comenzó todo en nuestra vida, pero eso no significa que no haya existido, o que al no recordarlo haya dejado de existir.

Mientras lees estas líneas, se esconde en tu interior ese pequeño individuo que disfrutaba romper las piñatas, que esperaba las tardes de caricaturas y hacía algunas travesuras a sus vecinos. Tal vez el consumo de azúcar es algo que te preocupa actualmente, pero en algún momento de tu vida eso era lo de menos, tus preocupaciones eran cosas tan simples como lograr la bomba más grande y ruidosa con tu goma de mascar, o llegar al punto de usar la bicicleta sin las ruedas traseras como apoyo.

Los años pasaron, tu cuerpo creció, tus costumbres, rutinas y ocupaciones se fueron modificando, tal vez sin que te percates de ello. Pero el niño que fuiste, sigue existiendo, dentro de ti. Es ese alguien que te acompaña a diario, a quien le debes tu amplio dominio ante las tablas de multiplicar, fue ese pequeño ser el que realizó un gran esfuerzo para que hoy camines, te expreses, y sepas cómo comportarte ante cada situación.

Tal vez hubo cosas que le resultaron complicadas, pero seguramente dio su mejor esfuerzo, gracias a ese niño o a esa niña eres el adulto de hoy. Fue quien aprendió y procuró la conducta que tienes hoy, puede ser que haya sido castigado por no cumplir con la tarea, y lo superó con valentía; se recuperó de algunas caídas, aguantó uno que otro regaño, pero continuó firme hasta llegar a ser el adulto que es hoy.

Creo que es justo que, si a pesar de los años ese niño no te ha abandonado, y te ha acompañado todo el tiempo y de manera incondicional, le eches de repente una mirada, puedes bucear en tu memoria y rendirle un homenaje recordando su sabor de helado preferido, invítalo a ver la que era su película favorita, llévalo al parque, platica con él, logrando una comunicación profunda entre tus recuerdos y tu corazón.

Tu niño interior existe, no ha desaparecido, porque esa persona eres tú, no permitas que por haber crecido se quede esperando la oportunidad de reencontrarse con la persona que llegó a ser.

Además de ser gratificante, encontrarte de repente con tu infancia, es una oportunidad para comprender muchas cosas sobre ti mismo. El terapeuta Jordi Gil Martín lo describe perfecto en su libro “Aprende a cuidar de tu niño interior”, sobre todo en esta frase: “nuestro niño interior nos está esperando, y levantará las manos en señal de victoria e integrará nuestro pasado para ser la mejor versión de nosotros mismos. Para que lleves tu luz y disuelvas tus zonas oscuras para siempre”.

Ahora te invito a bucear un poco por tu memoria, para saludar a ese niño que se esconde dentro de ti.

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