Nuestro techo de cristal. Un Premio Nobel lo confirma
Ale Cabrera: Nuestro techo de cristal. Un Premio Nobel lo confirma.
Claudia Goldin ganó el premio Nobel de Economía con un estudio sobre las diferencias laborales y brechas salariales que han tenido y siguen teniendo las mujeres. Esto es un parteaguas en la lucha feminista porque esas diferencias ya no se quedan sólo en lo que “sentimos” las mujeres, sino que se sustentan científicamente.
Porque seamos honestos, las diferencias en el mercado laboral entre hombres y mujeres son abismales. Vamos a empezar de a poquito y con unos cuantos puntos, los puestos o cargos y el crecimiento en cada uno de estos. Muchos de los cargos de importancia son otorgados a los hombres, ya que no representan una posible disminución de tiempo efectivo o no representan un riesgo en que “se embaracen”. Esto hace que para las mujeres sea más difícil alcanzar cargos con mejores sueldos, incluyendo las horas de trabajo laboradas y pagadas. Eso sin contar los puestos de trabajo que están “hechos para ellos” y ni chance tienen las mujeres a aspirar a uno.
Ahora, hace muy poco escuche que es la naturaleza de la mujer sacrificar cosas y eso incluye su desarrollo profesional y laboral por los hijos y el bienestar de la familia. Lo cual no puede estar mas lejos de la verdad, convirtiéndose así es una mentira mas del patriarcado que pone en muchos aspectos por encima de la mujer al hombre.
Voy a poner como ejemplo las licencias por maternidad, que por ley a la mujer le corresponden 12 semanas y al hombre 5 días, pueden ser más, pueden ser menos para él dependiendo de la empresa. En este caso podríamos pensar que eso es un gran beneficio para la mujer, porque son muchos días de “descanso” y pagados, pero esos días muchas veces pone en riesgo su trabajo (porque, aunque sea ilegal sigue ocurriendo), les da miedo ser reemplazadas o destituidas porque la empresa necesite a alguien que “se comprometa al 100”.
Pero no se queda ahí; está la idea, la asignación social y moral de que la mujer es la cuidadora de la familia y de los hijos, lo que hace que tenga mucho menos tiempo para dedicarle a su trabajo en comparación a los hombres que gozan de esa libertad de horario. Esto se traduce por supuesto en menos horas trabajadas y menor sueldo.
Y aquí tenemos que mencionar el llamado “Techo de Cristal”, que en los estudios de género se conoce como todas las barreras, dificultades y obstáculos que tienen que sortear las mujeres en el ámbito profesional no por falta de capacitación o habilidades, sino por la estructura misma en la que vivimos. Haciendo así combinar el crecimiento o ingreso en puestos de dirección con las etapas de desarrollo personal como lo son el embarazo o la crianza de los hijos sea casi imposible.
El estudio de Claudia Goldin nos da la oportunidad de ampliar la lucha feminista a la que aún le queda mucho por otorgar en equidad a las mujeres.