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"Te puedo asegurar que soy la mamá que muchas niñas quisieran tener, que luchará por defenderla y que siempre le va a creer”, son las palabras que me dijo la señora Paloma S., al terminarnos el café que nos acompañó durante una plática de 2 horas, en la que me relató cómo el papá de su hija A.G.K.C abusó de su niña desde que tenía aproximadamente un año ocho meses. Cosa que fue la continuación de una historia de violencia que vivió siendo pareja de K.C. y que al día de hoy aún no termina.

“Viví todo tipo de violencias con el papa de A. menos la física”, me cuenta Paloma; quien, en el 2021, tuvo el valor para separarse después de vivir una serié de abusos de confianza, robo de dinero, alcoholismo y drogadicción del hombre en quien confiaba, y que no se imaginaba se convertiría en el monstruo que hoy es para su hija.

Ya estando separada Paloma se empieza a enterar de las múltiples infidelidades de K.C, así que se hace un estudio de ETS resultando positiva a más de una. Ninguna separación es fácil, porque atenta contra la salud emocional y psíquica, y cuando, además, arrastras problemas de salud física como son las ETS todo se torna más complicado y duro. Dicen que las mamás tenemos un sexto sentido, así que Paloma le hizo un estudio también a su hija de ETS, saliendo positiva. En ese momento cayó en cuenta que lo que por ya más de un año le trataban a su hija como una dermatitis o alergia, pero era totalmente otra cosa y como si rebobinara una película, comenzó a entender comentarios y actitudes, tanto de su ex como de su niña.

Durante este duro periodo Paloma se encontraba viviendo en Culiacán, donde fue a refugiarse después de la separación. Ahí es donde presenta la primera denuncia por el probable abuso sexual de su niña y comienza el calvario para ambas.

La primera vez que Paloma escucha de la boca de su hija, durante la entrevista con el médico legista, lo que su papá le había hecho, se quedó en completo shock: “estábamos en casa de mis abuelitos y yo estaba viendo la tele, entonces mi papá me puso entre sus piernas y metió su mano en mi calzón y me tocaba mi cuca”.

Ocho meses después, Paloma y su hija regresan a Mérida porque el caso se seguiría aquí, ya que en esta ciudad se cometió el delito. Más entrevistas, más médicos y psicólogos forenses, abogados sin perspectiva de género, jueces y peritos corruptos que sólo alargaban y entorpecían en proceso. Y aunque se topó con profesionales éticos, como el psiquiatra Dr. Roberto Carrillo Ruiz, el proceso fue lento, revictimizante y traumático.

Hoy, a dos años de haberse recibido la denuncia en la fiscalía de Estado el presunto abusador A.G.K.C fue vinculado e imputado por el delito de abuso sexual agravado en segundo grado.

Ningún castigo en absoluto reparará el trauma que este padre le ha causado a su hija para toda su vida. Pero, así como Paloma, todas las madres de niñas, niños y adolescentes que sufren de Abuso Sexual deberían gritar: “SI MI HIJA LO DICE, YO LE CREO”. 

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