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Hemos mal interpretado la palabra compasión, hasta el punto que no quisiéramos que nadie la sintiera por nosotros, porque a veces creemos que significa que el otro se siente superior o que nos mira con lástima, pero según las palabras del Dalai Lama, “la compasión es la capacidad de sentirnos cercanos al dolor de los demás y sentir la voluntad de disminuir sus penas”.

Nunca debemos sentir que somos superiores ni inferiores a nadie, pero en este mundo egoísta en el que vivimos, no sobraría que sintiéramos un poco de compasión, que nos pusiéramos en el lugar del otro, del prójimo, no pasando por encima de nosotros mismos, pero sí con la capacidad de entender su situación, su dolor, sus circunstancias, de tal manera que nos sea más fácil perdonar, ayudar.

Sentir empatía por los que nos rodean y darnos cuenta de que este no es un mundo individual, que somos parte de una familia, de una sociedad y que no podemos ver sólo lo que nos conviene.

Dicen que a veces hay que ponerse en los zapatos de los demás, pero realmente la empatía y la compasión es ir un paso más allá, es ponernos en los zapatos de los demás e intentar caminar para entender realmente las circunstancias del otro.

Decía el filósofo Schopenhauer que la compasión es “la experiencia a través de la cual el yo y el tú se difuminan y construyen una totalidad, de modo tal que el sufrimiento del otro se experimenta como propio”.

Llegar a tanto es un poco difícil porque nunca podremos sentirnos exactamente como otra persona siente, pero sí podemos entender sus circunstancias y tener más compasión a la hora de juzgar o de criticar, porque generalmente lo hacemos desde nuestro punto de vista, desde nuestras circunstancias, y la verdad es que nuestras decisiones y acciones están determinadas en mucho por nuestras circunstancias, por nuestra vida, por las presiones que tenemos.

La compasión no tiene nada que ver con la fe o con alguna disciplina religiosa. La compasión es que, gracias a la empatía, logremos no sólo ver a los demás, sino también a nosotros mismos como parte de un todo, como parte de una sociedad. Porque en la actualidad nos hemos vuelto egoístas, individuales y nos caracterizamos por la indiferencia hacia los otros.

Cambiar y volvernos más compasivos puede ser el giro que nos permita soñar en un mundo mejor, la compasión debe ser lo que marque la nueva era en que aprovechemos los medios de comunicación tan rápidos y eficientes para lograr una mejor comprensión del otro, del mundo y de sus circunstancias y así entender cuál es nuestro papel.

El mundo de hoy necesita de todos y cada uno de los individuos trabajando por el bien común con compasión. Miles de elementos parecen dividirnos, ponernos unos contra otros, estamos a la defensiva atacando todo lo que es diferente a nosotros.

Esto es una cadena que ha empezado con violencia y que genera más violencia, pero si rompemos la cadena con amor y compasión podemos generar respuestas diferentes y construir relaciones diferentes

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