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Muy cerca de la ciudad de Mérida, pero sin haber perdido su vocación de pueblo, se encuentra Dzityá, que nos sorprende con sus increíbles artesanías y con su respeto a las tradiciones a pesar de que ya casi forma parte de la ciudad. Este municipio y poblado toma su nombre de dos vocablos mayas que significan “Cortar el zapote”, aunque hoy en día se le conoce más por sus artesanías labradas en piedra.

Caminando por sus calles, tuvimos la fortuna de poder hablar con algunos artesanos como Enrique May, quien recuerda con cariño a quienes de muy chico lo enseñaron a labrar la piedra, oficio que ejerce desde entonces. Él, como muchos pobladores de Dzityá, tiene su taller familiar en donde por generaciones se ha dedicado a ello.

Hay varios tipos de piedra como Ticul, Fosil, Macedonia, Conchuela y Toc. Cada una tiene características y colores diferentes y hacen objetos diversos como fuentes, pisos, lavabos, lámparas y objetos decorativos o distintivos. De manera tradicional, los artesanos trabajan a mano con herramientas como el cincel y la lima, pero en la actualidad ya hay cortadoras eléctricas y esmeriles con las que el trabajo se hace más rápido.

Por muchos años, los talleres podían dar trabajo a muchas personas, había talleres en los que laboraban más de 35 trabajadores y se exportaba mucho de la producción a Estados Unidos.

Estos talleres se han visto afectados no sólo por las crisis, sino también por la competencia, ya que con la globalización, nuestros artesanos tienen que competir con productos hechos en china y en otras partes del mundo que tienen precios muy económicos aunque la calidad es más baja.

El mercado nacional ha sido más fiel y sigue consumiendo estos productos, apoyando que son hechos a mano, pero el precio que se maneja a nivel nacional es más bajo que el de exportación, así que estos talleres han sufrido una disminución en sus ingresos.

Lo que nos comenta Enrique como ventajas que ha observado en este trabajo, es que le da la capacidad de crear, de imaginar, por lo que no es aburrido. Además de que le permite seguir viviendo en su pueblo cerca de su familia.

Pero como dice en maya el nombre de Dzityá, también hay muchos artesanos que se dedican a tallar la madera y que han logrado con su trabajo poner el nombre de Dzityá muy en alto. Manuel Uitz, nos habla mientras trabaja, de cómo la madera ha sido considerada un material muy preciado, ya que se usaba en objetos cotidianos, pero también en cosas utilizadas en ceremonias.

Se utilizan diferentes maderas dependiendo del objeto a crear y eligiéndolas por su dureza o durabilidad. Maderas como Ciricote, Chacte, Dzalam y Guayacán son las más comunes. Casi todas se obtienen en la región, aunque en los últimos tiempos el Guayacán se ha convertido en un problema porque se prohibió su comercialización en Yucatán para protegerlo y ahora tienen que comprarlo en Campeche, y sólo pueden conseguir ramas, ya que es una madera tan comercializada que los troncos se exportan y sólo venden las ramas para el consumo de los artesanos que hacen maravillas con ellas.

Los artesanos de Dzityá y de otras partes de la República necesitan que revaloricemos el trabajo hecho a mano, el trabajo local y lo premiemos con un consumo responsable, que valore el esfuerzo y reconozca el arte que hay en cada una de las piezas. El consumo local, no sólo de artesanía, sino también de cualquier otro producto que se produce en la región, nos ayudará a enfrentar la situación económica del mundo de hoy, apoyándonos unos a otros y haciendo que la economía local se fortalezca, consume lo hecho en Yucatán, lo hecho en México y verás florecer tu propia comunidad.

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