El balneario San Vicente Chuc Say

Carlos Evia Cervantes: El balneario San Vicente Chuc Say.

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En la región poniente de la Península yucateca es muy común observar que los habitantes de las comunidades excaven cavidades y obtengan el material de construcción llamado sascab. Las oquedades resultantes son denominadas sascaberas, las cuales tienen una apariencia de gruta, pero son artificiales. Posteriormente estas sascaberas suelen ser utilizadas para tejer la hoja de palma de huano natural que crece en esta región. Con esa hoja se fabrica una gran cantidad de artesanías características de los municipios de Maxcanú, Halachó, Bécal y Calkiní, entre otros. Sin embargo, hay otra utilidad que se le da a las sascaberas que no es muy común y que ahora presento.

En octubre de 1996 visité, acompañado de mi familia, el balneario San Vicente Chuc Say a sólo 4 kilómetros al sur de Calkiní, cabecera del municipio homónimo, en el estado de Campeche. Después de la recepción, el encargado del lugar Florencio Yah Kú nos explicó que Chuc Say significa pizca de hormiga arriera y que antiguamente este sitio había sido un rancho o hacienda ganadera.

Posteriormente Florencio nos ofreció las 21 piscinas; la mayoría de ellas son superficiales, al menos 3 son subterráneas y 2 semisubterráneas. Revisamos las subterráneas y vimos que se trataba de antiguas sascaberas que ingeniosamente habían sido adaptadas como habitaciones y cada una contaba con su propia piscina.

Cuando el cliente escoge su sascabera un operador llena la piscina con agua utilizando una bomba de 20 caballos de fuerza que extrae el líquido de la antigua noria de la hacienda. La manguera que se utiliza es de 4 pulgadas de diámetro, así que en menos de media hora ya está llena la piscina. El cliente tendrá la exclusividad en cualquiera de las 21 piscinas durante todo el día. En ese tiempo la tarifa era de 150 pesos y además recibía el servicio de restaurante en la sascabera o piscina que haya elegido.

Cada piscina es diferente en forma y tamaño, y se le nombra de acuerdo con esa característica. Por ejemplo, en la que nosotros nos bañamos que es una de las subterráneas una se llama “La jícara”, porque es pequeña y casi redonda. Pero otras tienen nombres por otros distintivos: “Ramón” porque tiene un árbol de ramón en la entrada. De las semisubterráneas, hay una que se le llama “Maya” por un detalle en su infraestructura que recuerda a la arquitectura maya. Por cierto que es una de las más bonitas para bañarse. Otra piscina lleva el nombre de “La kilométrica” y es la más grande.

El área en su conjunto estaba totalmente arbolada y en una visita posterior la señora Yesenia, esposa del dueño en esos tiempos, Ing. José Pech May, dijo que la hacienda tiene una superficie de 50 hectáreas y funciona como balneario desde el año 1964.

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