Xpokin, el ave que salvó el alimento

Carlos Evia Cervantes: Xpokin, el ave que salvó el alimento.

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En la mitología maya las aves ocupan un lugar especial por su atributo del vuelo, pues con esto comunican simbólicamente a la tierra con el cielo. Los demás animales que caminan, corren, nadan o reptan, son también importantes, pero ocupan un lugar simbólico distinto. Esta idea está expresada en el mito que obtuvieron los investigadores Alicia Barabas y Miguel Bartolomé en el estado de Quintana Roo.

El alimento que los mayas comen todos los días fue sacado de la ciudad llamada Xurux, pero este lugar había sido encantando por Dios y estaba rodeado por el fuego. Entonces nadie podía entrar a buscar las semillas de los árboles de cuyos frutos todos se alimentaban. Para salvar las semillas de aquellos árboles, incluida la del maíz, se reunieron todos los seres vivos del mundo.

Se juntaron los grandes animales y grandes pájaros que lucían bellos plumajes de variados colores. Se reunieron las abejas de todas las colmenas. Entre todos estos seres estaba el ave Xpokin, la cual era del tamaño de un grano de cacao. Para desencantar el sitio se dio la orden de que todos, pájaros y animales, cantaran y así lo hicieron. Pero en lugar de disminuir las llamas, éstas crecieron más y todos se espantaron.

La Xpokin estaba observando todo y sabía que ella podría ayudar. Pero como era muy pequeña se mantenía alejada para que no la pisaran. Sin embargo, se dio cuenta que los cantos de los animales no servían. Entonces se armó de valor y les dijo: “Si no me matan yo les cantaré una canción para que la escuchen”. Los animales y los pájaros entendieron que ella quería colaborar. Ellos le respondieron que podía cantar, que no le iban a hacer nada. Ella tardó en acercarse, pues tenía miedo que la pisaran, ya que era muy pequeña. Pero los animales y los pájaros le pidieron repetidamente a la Xpokin que cantara y ella se animó:

“¡Okidzama ma-mao! cantó Xpokin y el fuego comenzó a bajar. ¡Okidzama ma-mao! cantó nuevamente y el fuego siguió bajando. ¡Okidzama ma-mao!, cantó otra vez, y cuando lo hizo por tercera vez el gran fuego se apagó y solo quedaron trozos de carbón”.

Entonces pudieron entrar los pecarís, los venados, los pavos silvestres y todas las grandes aves entraron. Solo el pájaro Toj que, por flojo, se quedó dormido en el camino. Cuando despertó fue a buscar semillas y sólo encontró las del tomate y así fue que hubo por primera vez semillas para el tomate.

Así se cuenta que fueron salvadas todas las semillas de las plantas del santo pueblo de Xurux. Concluyen Barabas y Bartolomé.

El mito muestra la diferencia simbólica entre las aves y los demás animales, pero también enseña la importancia que todos los seres vivos tienen en la naturaleza sin importar su tamaño.

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