Los milagros de San Benito
Carlos Evia Cervantes: Los milagros de San Benito.
Eliézer Sálesman, especialista en las biografías de los santos, escribió que San Benito había empezado su vida monástica en una gruta ubicada en el cerro llamado Monte Subiaco. Como otros santos, Benito realizó muchos milagros. Aquí se presentan algunos.
Después de huir de Roma, pero antes de llegar al Subiaco, se fue a un pueblo alejado para rezar y hacer penitencia. En este lugar hizo un milagro sin proponérselo. Vio a una pobre mujer llorando porque se le había roto un hermoso jarrón que era ajeno. Benito le dio la bendición y el jarrón volvió a quedar entero. Esto conmovió mucho a la gente del pueblo y empezaron a venerarlo como un santo. Entonces, Benito decidió irse a un lugar más lejano aún.
El joven llamado Plácido cayó en un profundo lago y se estaba ahogando. San Benito mandó a su discípulo Mauro para que lo salvara. Éste se lanzó enseguida y logró sacarlo hasta la orilla. Cuando Mauro salió del agua se acordó que no sabía nadar. Sin embargo, la obediencia al santo le había permitido hacer aquel milagro.
Cuando construían el monasterio Monte Casino se desplomó una enorme pared y sepultó a uno de los discípulos de San Benito. Éste se puso a rezar y mandó a los otros monjes que removieran los escombros. El monje sepultado apareció sin heridas. Estaban los frailes constructores tratando de quitar una inmensa piedra que estorbaba, pero esta no se movía nada. Entonces el santo le envió una bendición y en seguida la pudieron remover de allí como si no pesara nada.
El terrible rey pagano Totila estaba invadiendo Italia y oyó ponderar la santidad de Benito. Entonces mandó al jefe de su guardia que se vistiera de rey y fuera con los ministros, a presentarse ante el santo, como si él fuera Totila. San Benito apenas lo vio le dijo: “Quítate esos vestidos de rey que no son los tuyos”. El otro volvió a contarle a Totila lo sucedido y éste fue a visitarlo con gran respeto. Benito le anunció que lograría apoderarse de Roma y Sicilia, pero que poco después de llegar a esa isla moriría y así le sucedió tal cual.
Hubo una gran escasez de comida en la región y San Benito mandó a repartir entre los pobres todo el pan que había en el convento. Solamente dejó cinco panes y los monjes eran muchos. Ante los religiosos aterrados por el hecho, Benito les dijo que el Señor les devolvería con la misma generosidad con la que habían repartido. A la mañana siguiente llegaron a las puertas del convento 200 bultos de harina y nunca se supo quién los envió.
San Benito predijo el fallecimiento de varios personajes, incluso su propia muerte. Mandó a excavar una sepultura y apenas se terminó, murió.