Las luces de la cueva Waitomo

Carlos Evia Cervantes: Las luces de la cueva Waitomo.

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Cada gruta tiene una particularidad que la hace distinta a otra, aun cuando todas ellas tienen muchos elementos en común. La cueva Waitomo, ubicada en Nueva Zelanda, es famosa por la presencia de una especie animal que forma parte de su fauna local. Así lo publicó Francisco Villaseñor.

Cuando los turistas llegan a la caverna se entusiasman por tomar fotos a las numerosas deformaciones sedimentarias que se muestran en colores marrón, rosa y blanco. Posteriormente los visitantes guardan sus cámaras y abordan una pequeña embarcación. Así navegan por las galerías inundadas que han formado los ríos subterráneos que los conducirán al interior de la caverna. Lo sorprendente es que no está oscuro, pues en el techo hay miles de diminutas luces azules que iluminan el lugar como si fuera el cielo cubierto de estrellas. Los turistas quedan atónitos ante tal espectáculo, pero no pueden tomar fotos ni videos. La imagen sólo pueden disfrutarla durante los 45 minutos que tarda el recorrido en este lugar y retenerla en su memoria. Así es la cueva Waitomo, en Nueva Zelanda.

Esta particularidad del sitio se debe a los gusanos de un tipo de luciérnaga llamada Arachnocampa luminosa. Los miembros de esta especie endémica capturan insectos voladores como si fueran arañas, es decir, cuelgan hilos con una sustancia pegajosa en la que sus presas quedan atrapadas. Su bioluminiscencia se debe a una reacción entre las sustancias que emiten y el oxígeno en el aire.

La cueva Waitomo es idónea para esta especie porque requiere de lugares muy húmedos y oscuros, y que el techo sea lo más recto posible para colgar sus trampas para aprovechar la fuerza del viento. El periodo de vida de estos gusanos es de 11 meses y está dividido en cuatro etapas; la larvaria es la más larga y abarca 9 meses. En su etapa adulta sólo viven tres días, los cuales utilizan para reproducirse y poner huevos, ya que no tienen sistema digestivo para alimentarse y sobrevivir más tiempo.

La primera exploración en esta cueva se realizó en 1887 por Tane Tinorau, jefe maorí local, y Fred Mace, topógrafo inglés. Se asombraron al ver las miles de pequeñas luces en el techo. Dos años más tarde, en 1889, la cueva fue abierta a los visitantes por Tinorauy su esposa Huti. En 1906 el Gobierno tomó la administración del lugar, pero en 1989 fue devuelta a la familia del jefe maorí. Gran parte del personal que ahora atiende a los miles de turistas son descendientes suyos, concluye Villaseñor.

Esta cueva es el atractivo principal de la comunidad desde 1900 y en 2003 registró una afluencia de 40,000 visitantes. De alguna manera u otra el turismo en cavernas se ha convertido en una actividad masiva y muy lucrativa en todas partes del mundo

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