Las salanganas de las cuevas en el sureste asiático
Carlos Evia Cervantes: Las salanganas de las cuevas en el sureste asiático.
En el año de 1750, un ciudadano chino llamado Hao Yieng, se estableció en Siam, hoy Tailandia. Al poco tiempo descubrió la costumbre entre los nativos de la región de comer nidos de salanganas, aves muy parecidas a las golondrinas. Estos pájaros hacen sus nidos con su propia saliva y los construyen en las grandes bóvedas de las cuevas, generalmente marinas, que allí existen. Así lo publicó José Flores Muñoz.
En el idioma local llamaban a estas aves “pájaros comeviento”, pues nunca las veían alimentarse y se creía que se nutrían del aire y de la espuma del mar. Los nativos locales utilizaban unas frágiles escaleras de bambú para arrancar los nidos que están en la parte alta de las cavernas ubicadas en el sureste asiático. Estos hombres se arriesgaban a una muerte instantánea si caían de aquellas escaleras por las que trepaban. En algunos lugares, estas personas eran protegidas por guardias armados, para evitar que les robaran los nidos obtenidos. También se sabe que éstos valen su peso en oro y los distribuidores ganan enormes fortunas, formando mafias como las de las drogas para protegerse.
Cuando la salangana macho está lista para hacer su nido, de su pico sale una saliva larga como un espagueti. El ave logra formar el nido parecido a una media copa. Cuando se seca, las tiras se mantienen unidas sólidamente y el mismo nido queda pegado en las paredes de las cuevas. Entonces la hembra pone sus huevos y cuando brotan los polluelos los cuidan durante dos meses.
La leyenda dice que Hao Yieng llevó la receta de la sopa hecha con estos nidos y muy pronto los demás chinos se aficionaron a comerla. Además, le confirieron propiedades afrodisíacas, lo que aumentó notablemente la demanda. Creado el mercado, Yieng le hizo una propuesta al rey de Siam: dijo que le daría todas sus propiedades, incluyendo a su esposa e hijos a cambio de que le concediera el derecho exclusivo de arrancar los nidos de todas las cuevas de las dos islas que abarcaba su dominio. El rey accedió y en pocos años el chino amasó una enorme fortuna. El monarca se percató de su error al hacer ese trato y le quitó el monopolio a Yieng. Desde ese entonces, el Gobierno aprovecharía ese recurso.
Ahora la demanda de los nidos es tan grande en China, que las producciones juntas de Tailandia, Filipinas, Borneo, Malasia y el sur de China, no alcanzan a cubrirla, por eso su valor es tan elevado. La enorme cueva en Gamantong, en Borneo, es quizá la más famosa en este tema.
Este caso permite ver cómo los seres humanos han aprovechado los distintos recursos naturales que se han encontrado en las cuevas de esta región y de otras partes del mundo.