La tumba de Bratislav Stojanovic

Carlos Evia Cervantes: La tumba de Bratislav Stojanovic.

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En 1998, Serbia, que formaba parte de la República de Yugoslavia, se encontraba en un conflicto bélico que afectó gravemente su economía. En este contexto, Bratislav Stojanovic, obrero de la construcción de la ciudad Nis (Serbia), perdió su empleo, familia y casa. Decidió vivir en una tumba del cementerio local. Así lo publicó José Flores Muñoz.

Después de tales pérdidas vagó por las calles durante un tiempo y nadie le dio trabajo. Un día que fue al panteón a visitar los restos de unos familiares, se percató que había una tumba abierta. Al revisarla constató que unos saqueadores la habían profanado y una vez que sustrajeron lo que tenía de valor el difunto, la dejaron destapada.

Bratislav, entonces de 28 años, se metió a la cavidad subterránea y adentro encontró una osamenta y nidos de alimañas. Después de limpiar el interior, decidió hacer de ese espacio su morada. Metió sus escasas pertenencias ahí y tomó una lápida rota que le sirvió de tapa para cerrar su nuevo hogar.

Cabe comentar que este panteón está casi abandonado, ya que circulan tétricas historias de fantasmas que deambulan por las noches y supuestamente emiten alaridos y risas escalofriantes. Pero Bratislav le temía más al frío y al hambre inherentes a la indigencia. Ya estando allí se le ocurrió ganarse la vida limpiando tumbas, trayendo agua y acomodando flores que llevaba la gente cuando iba a rezarle a sus muertos.

Hubo personas que le regalaban ropa y hasta comida. Dijo que su hogar era seco y muy cálido. Usaba veladoras que la gente dejaba para poder realizar sus actividades. Al principio sí sentía mucho miedo, pero después se acostumbró a su entorno. A manera de broma, expresó que los difuntos son sus compañeros y amigos. En ciertas noches se sentaba en alguna lápida para fumar sus cigarrillos y conversar con sus vecinos fallecidos. Agregó que su casa no es un palacio, pero que es mejor que vivir en la calle. Cuando va a salir del subterráneo procura no encontrarse con alguien a su alrededor para no asustar a los escasos visitantes.

Bratislav finalizó diciendo que la mayor ventaja de su caso, es que cuando muera sólo habrá que ponerle una tapa a su casa y no habrá más trámite. Señaló que el municipio de Nis le ha ofrecido vivir en un albergue, pero él prefiere quedarse donde está. Se siente más cómodo en la tumba que en una casa normal, concluye Flores.

Este caso, como muchos otros similares, nos muestra que la ocupación de los espacios subterráneos por parte de los humanos no sólo se dio en los bosques y desiertos en el pasado, sino que también sucede en entornos urbanos actuales. Como aconteció en la prehistoria, este hombre decidió usar la cavidad por motivos básicamente de supervivencia. 

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