En la población de Zipaquirá, cercana a Bogotá, la capital de Colombia, hay un templo subterráneo que anteriormente fue una mina de sal. La catedral de sal se formó por el continuo trabajo de explotación del mineral que generaron las galerías que posteriormente conformarían el templo. Así lo publicó José Flores Muñoz.

Esta obra, que se construyó a 200 metros bajo tierra en una montaña, se volvió notable por su tamaño desde el principio. Los mineros fueron dando forma al interior al templo y se convirtió en una de las mayores atracciones del país. La nave central mide 65 metros de largo y los dos espacios laterales miden 30 metros cada uno.

Años antes de que se construyera la iglesia subterránea, alrededor de 1932, los mineros habían excavado un santuario para tener un lugar apropiado para sus oraciones diarias pidiendo por la protección de los santos antes de comenzar a trabajar. Pero con el paso del tiempo se pensó en un proyecto mayor y en 1950 se inició la construcción de la catedral de sal que fue inaugurada el 15 de agosto de 1954, dedicada a Nuestra Señora del Rosario, Patrona de los mineros.

Las excavaciones practicadas en los muros y pisos del templo, dejan al descubierto las partículas brillantes de cristales de sal. Las estatuas, así como los pedestales y los escalones que permiten llegar a los altares, son también de sal. La catedral es una iglesia que suele recibir hasta 3,000 visitantes los domingos, pero no tiene obispo y, por lo tanto, no tiene estatus oficial como templo el catolicismo.

Los depósitos de sal en Zipaquirá se formaron hace unos 200 millones de años y se elevaron sobre el nivel del mar durante el período Terciario tardío, cuando se formó la cordillera de los Andes. Cabe señalar que las minas fueron explotadas desde la época prehispánica por los muiscas, pueblo originario de la región. El poblado de Zipaquirá se formó alrededor de los yacimientos de sal que, por cierto allí son numerosos. Luego se aprovecharon muchas minas que después fueron abandonadas.

La minería tradicional fue descrita por Alejandro von Humboldt durante su visita a Zipaquirá en 1801. El subterráneo tiene 120 metros de longitud, ocupa un área de 5,500 metros cuadradosy su altura máxima es de 22 metros. En su interior hay 6 grandes columnas y una enorme cruz central. Tiene una capacidad máxima que le permite albergar hasta 8,000 personas.

Sin embargo, esta catedral fue cerrada por causas estructurales. Entre 1991 y 1995 se construyó un nuevo templo muy similar a 60 metros debajo del primero.

La explotación del subsuelo, inicialmente causado para el aprovechamiento de recursos naturales, dio como resultado el enorme espacio subterráneo que, en la actualidad, la población utiliza con fines religiosos y turísticos.