La pesca de la sardina en Tapijulapa

Carlos Evia Cervantes: La pesca de la sardina en Tapijulapa.

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El grupo étnico de los zoques efectúa anualmente un ritual en una cueva que ha llamado la atención nacional. Ellos constituyen un pueblo originario que viven en el sur de Tabasco por lo menos desde hace tres mil años y son considerados los más antiguos de la región. Así lo escribió Roberto Porter Núñez, destacado espeleólogo y periodista.

Los zoques de la comunidad de Tapijulapa, pueblo a 80 kilómetros al sur de Villahermosa, realizan con magistral pericia artesanías de madera y mimbre. La comunidad está ubicada en el municipio de Tacotalpa, en la confluencia de los ríos Amatán y Oxolotán, rodeada por altas montañas y selvas milenarias. Su economía está basada en la agricultura y la pesca. En sus tradiciones ellos manifiestan la creencia de que el mundo es sagrado por ser obra de Dios. Sus pobladores realizan cada año una ceremonia de origen prehispánico y es conocida como la Pesca de la Sardina.

Este ritual se lleva a cabo antes de la Semana Santa, entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Pascua, en el paraje denominado Villa Luz, a dos kilómetros de Tapijulapa. Es considerada la ceremonia más importante del año y se realiza en el interior de una caverna que contiene un río con aguas sulfurosas.

Al iniciarse el día, y ante miles de espectadores, locales y nacionales, doce hombres y tres músicos ataviados a la usanza indígena, ejecutan la Danza de las Sardinas al ritmo de la música de tambores y flautas. Cada uno porta un cesto con un envoltorio hecho con hojas de platanillo que contiene el barbasco, yerba con propiedades narcóticas que se empleará para pescar las sardinas. Al frente se encuentra el mayordomo, el hombre de mayor edad, quien lleva una urna con copal, el aromático incienso americano que se obtiene de la corteza de un pino.

Después, los participantes rezan por las lluvias, buenas cosechas y el permiso para entrar a la cueva. Cuando sienten que ya ha sido otorgado, ingresan a la cavidad en actitud solemne y depositan las ofrendas en las orillas del río. Luego caminan 20 metros hasta llegar a la parte más honda del arroyo, allí tiran la cueza, que es la combinación del barbasco molido con cal, que adormecen a las sardinas. En pocos minutos la mezcla surte efecto y comienza la pesca, permitiéndose la entrada a los asistentes quienes acuden con recipientes para atrapar a las aturdidas sardinas que se encuentran prácticamente en las orillas del arroyo. Familias enteras participan con entusiasmo recorriendo el caudal subterráneo en busca de los peces. Al medio día se suspende la actividad y los visitantes abandonan la cueva, concluye Porter.

Los zoques muestran con este ritual la relevancia de las cuevas, los peces y el agua en la cosmovisión de los pueblos mesoamericanos actuales.

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