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El canto actual de la Xkukutkib o paloma morada (Patagioenas flavirostris), se debe a un episodio que sucedió, según la tradición oral, en el antiguo Mayab y se refiere a una tragedia sufrida por la paloma, al ser engañada por la ardilla. Así lo escribió Felipe Pérez Alcalá.

En una calurosa tarde de verano la ardilla (Ku’uk) buscaba su alimento y sin quererlo se acercó al nido de la Xkukutkib; ésta levantó las alas en actitud de defensa al mismo tiempo que dejó ver los huevos que empollaba. Entonces cruzó por la mente de la ardilla una idea perversa y le dijo a la paloma: “Desdichada, ¿porqué cuidas con tanto empeño esos huevos?, ¿no sabes lo que nos espera?”. La inocente paloma dijo que no sabía nada de lo que iba a suceder.

La ardilla le comentó que en unas pocas horas se desataría un espantoso temporal, que ningún árbol quedaría en pie; luego caería una lluvia de fuego que consumiría todos los campos. Así que todos los animales habrían de perecer si antes no huían de la catástrofe. “Vuela de una vez si quieres vivir”, concluyó la ardilla.

La cándida paloma preguntó dónde podría esconderse y la ardilla le contestó que no lejos de allí había una gran cueva en donde ya estaban ocultándose todos los animales. Xkukutkib le dijo que debía esperar a su esposo y cuidar los huevos. La ardilla le señaló que su esposo ya estaba en la gruta esperándola y sus huevos… “ya pondrás otros”.

Apenas la paloma partió llena de angustia, la ardilla saltó sobre el nido y devoró los huevos. Pasaron los días, no hubo temporal ni lluvia de fuego. La paloma regresó a su nido y encontró las cáscaras de sus huevos. Dedujo que la ardilla la había engañado. De inmediato fue a su encuentro y le reclamó sus mentiras para poder comerse sus huevos. La ardilla le contestó con un aplomo envidiable, que Dios había tenido piedad de todos los habitantes de la selva y evitó la catástrofe. “Bendita sea la bondad de Dios”, añadió hipócritamente. Además, afirmó que ella no había comido los huevos, sino que vio cómo se los devoró el gavilán.

La paloma no aceptaba los argumentos de la ardilla y discutieron agriamente. La ardilla le expresó a la paloma que si no le creía, entonces que fuera a preguntar a otras palomas que por allí estaban. La ingenua ave voló hacia donde estaban sus compañeras y la ardilla desapareció. Cuando las palomas juntas llegaron para castigar a la infame embaucadora, no la encontraron. Desde entonces la Xkukutkib, a cualquier hora, pero especialmente en las mañanas, entona su único canto que es tan triste como melodioso y se le escucha así: “Ku’uk tu tusen, Ku’uk tu tusen” (“La ardilla me engañó, la ardilla me engañó”).

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