Las cuevas de los rarámuris
Carlos Evia Cervantes: Las cuevas de los rarámuris.
La Sierra Tarahumara, en el estado de Chihuahua, es una cadena montañosa de origen volcánico surgida hace aproximadamente 80 millones de años. Forma parte de la Sierra Madre Occidental. Estos parajes fueron el asiento de numerosos grupos humanos, entre ellos los rarámuris, también conocidos como tarahumaras. Así lo escribió Blanca María Cárdenas Carrión.
Por miles de años han vivido en esta sierra numerosos grupos humanos que migraban del norte al sur del continente con tecnologías líticas como las puntas Clovis para la caza de la megafauna. En la actualidad, encontramos a los pueblos rarámuris o tarahumaras, óodami o tepehuanes del norte, o’oba o pimas, y warijó o warijio, además de comunidades mestizas.
La Sierra Tarahumara siempre ha sido un lugar de desplazamientos. Grupos humanos de hábitos forrajeros, de caza y recolección, se apropiaron de este espacio 2,000 años antes de la era cristiana. También practicaban la pesca en las cañadas y desarrollaron una agricultura incipiente que ya incluía el cultivo de un tipo de maíz conocido como chapalote. Los núcleos familiares de entonces eran pequeños y el asiento de sus comunidades estaba en función de las estaciones del año y la abundancia de los recursos.
Después llegaron las bandas con la cultura hohokam, provenientes del sur de Estados Unidos y habituadas a la vida en abrigos rocosos con construcciones de adobe. Entonces hubo un cambio significativo en el uso de las cuevas regionales. También se difundió la práctica de la cerámica, el cultivo de maíz, frijol y calabaza. Además se continuó con la cacería de la fauna local.
Los estudios arqueológicos aseguran que los abrigos rocosos se emplearon también como lugares de enterramiento de sus congéneres. En las numerosas cuevas de la Sierra Tarahumara están las evidencias de estas actividades humanas por tiempo prolongado.
En el siglo XIX, el explorador Carl Lumholtz hizo un registro de las pinturas rupestres que encontró en las paredes de los abrigos rocosos. Halló figuras zoomorfas, antropomorfas, líneas rectas y cuadrículas en negro y rojo. La crónica del jesuita catalán Juan Fonte, en el siglo XVII, quien estableció una misión en la Sierra Tarahumara, señaló que los indígenas usaban las numerosas cuevas como sus moradas y allí albergaban a sus familias.
El caso de la Cueva de la Olla es emblemático de la región, pues se trata de una gran cavidad rocosa que tiene construcciones de adobe que aún permanecen y muestra el desarrollo social que lograron los antiguos rarámuris. Esta cueva se ubica en la actual frontera entre México y Estados Unidos, en la región Mogolló en Nuevo México. Como ésta, hay muchas otras cuevas, concluye Blanca Cárdenas.
El trabajo de esta autora permite comprender que estas grutas fueron utilizadas desde los lejanos tiempos en que los grupos eran nómadas cazadores hasta que se establecieron como comunidades agrícolas.