El Jets’lu’um en Tecoh
Carlos Evia Cervantes: El Jets’lu’um en Tecoh.
En la cabecera del municipio de Tecoh se ubica la caverna Tzab Nah, la cual fue deteriorada por el vandalismo de propios y extraños durante muchos años. Algunos habitantes, conscientes del papel histórico y ecológico de la cueva, pensaron en algunas iniciativas para organizar su protección y aprovechamiento a través de las visitas turísticas. Así me lo contó Baldomero Ku Ceh.
Después de varios intentos fallidos, en 1995 un grupo de campesinos logró constituir la Sociedad en Solidaridad Social Tzab Nah para cumplir con aquellos propósitos y obtener algún ingreso para su supervivencia.
Los asociados en torno a la cueva Tzab Nah, encabezados por Baldomero, eran labriegos con muchos años de experiencia en los rituales agrícolas. Uno de estos es el Jets’lu’um, que tiene el propósito de pedir permiso a los dueños ancestrales de la tierra para trabajarla.
Cabe señalar que al inicio de las actividades de la cooperativa se habían presentado muchos problemas debido a la indefinición legal de la tenencia de la tierra. En 1997, los socios decidieron hacer esa ceremonia, pero dirigida al terreno que ocupa la gruta y así lo hicieron. A partir de entonces, el ritual se repitió cada año. Varias personas, que más adelante habrían de formar el Grupo Espeleológico Ajau, asistimos a la edición correspondiente a 1999 realizada en el mes de mayo.
En este ritual se les pide permiso a los verdaderos dueños de la gruta: los aluxes, duendecillos de naturaleza mítica, para que permitan la entrada de los visitantes y evitar que ocurran eventos inexplicables que acaben por asustar a la gente. Implícitamente es una muestra de respeto al área de trabajo.
El rito inició a las doce horas por el jmen Jacinto Dzul; en un área cercana a la entrada de la gruta se erigió una especie de altar sobre una mesa destinada a depositar las ofrendas en varios actos sucesivos. La mesa estaba cubierta con ramas de un árbol llamado jabín y sobre ella estaba la imagen de un Cristo.
Las ofrendas fueron los diversos alimentos preparados allí mismo exclusivamente por los hombres participantes: 12 aves de corral y 125 kilogramos de masa de maíz. Las mujeres, esposas de los mismos campesinos, permanecieron a una prudente distancia del lugar, ya que no estaba permitida su presencia en el sitio principal.
Los hombres fueron dirigidos por el jmen y fue él quien dio el visto bueno a la sazón de los alimentos. Los rezos se efectuaron cada hora, desde las doce del día hasta las seis de la tarde. Al terminar el último rezo se sirvió la comida a los participantes.
Asistieron aproximadamente unas cincuenta personas, casi todas eran miembros y parientes de la Sociedad Tzab Nah, pero también hubo otros habitantes de la comunidad. Paulatinamente todos retiraron y las actividades concluyeron a las siete de la noche.