Una de las primeras acciones del presidente Andrés Manuel López Obrador al iniciar su administración en el 2018, fue enviar un memorándum dirigido al secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, para eliminar la Reforma Educativa decretada en el 2013, durante la administración de Enrique Peña Nieto, aplicada en conjunto con personajes de la alta cúpula priista como Emilio Chuayffet y Aurelio Nuño.

Este ajuste estructural sabemos que en resumidas cuentas nada aportó al Sistema Educativo Nacional, es decir, no podemos rescatar algo relevante que haya permitido obtener resultados positivos en la Educación Básica, sino, más bien, fue una medida lacerante para el magisterio del país que emprendió una campaña de desprestigio y que castigó con el pretexto de la evaluación docente para definir la continuidad o no de estos en el sistema, recordemos las palabras emitidas en su momento por Chuayffet “llueva o truene” se aplicará la evaluación a los docentes, el carácter punitivo fue parte de este grupo político. Por otro lado, en términos pedagógicos, el modelo priorizó la tendencia neoliberal (recomendaciones) de organizaciones internacionales como la OCDE y el Banco Mundial, que abogaron por el concepto de calidad y competencias que permitieran a los egresados del sistema adaptarse e insertarse a las necesidades del campo laboral.

Por esta razón, cuando la Cámara de Diputados aprobó la Reforma Educativa 2019 de AMLO y, con esto, el proyecto educativo de la Cuarta Transformación llamada la Nueva Escuela Mexicana, con cierto escepticismo la comunidad educativa ansió encontrar una vuelta de tuerca favorable para el SEN, por ello toda la atención se enfocó en las acciones que le corresponderían al secretario Moctezuma aplicar, dirigir y supervisar con el fin de dar cumplimiento a lo estipulado, sin embargo, en su gestión destacó únicamente haber dado el banderazo de inicio a todos los proyectos internos de la NEM como “La escuela es nuestra”, las asambleas para revisar la nueva propuesta curricular y, sin duda, todo el proceso operativo aplicado durante la pandemia por Covid-19, una personalidad sutil, pero profesional, poco se le juzgó durante los tres años al frente de la SEP.

Cosa muy distinta le sucedió a su relevo, la maestra Delfina Gómez Álvarez, quien al ser la primer mujer confiamos que le correspondería discernir con mayor empatía los problemas de nuestro Sistema Educativo Nacional, pero ahora que se anuncia su salida de la Secretaría para ser candidata por la gubernatura del Estado de México, evaluamos que en año y medio su liderazgo no permitió apresurar soluciones a los retos acumulados, dejando pendiente lo fundamental de la NEM.

En definitiva hay mucho que discutirles a todos los que han transitado por la SEP a nivel local y nacional, reflexiono si cabe responsabilizar a los secretarios de la realidad educativa, sin duda son parte esencial, pero conviene también examinar la constante de estos cambios que en nada favorecen para dar continuidad a los objetivos de la educación, a todo esto, parecen someterse a un modelo educativo preestablecido en donde poca injerencia tienen sobre las decisiones de mejora y contrapeso, esperemos que la nueva Secretaria de Educación ofrezca un mejor porvenir a los grandes retos que han rebasado a los perfiles políticos.