El mundo globalizado y el rápido avance tecnológico parece enfrentarse a nuevas contradicciones, para bien o para mal todos, hemos sido envueltos en la vorágine social, misma que ya es irreversible, sería imposible imaginar un mundo sin celulares, internet, aplicaciones y otros medios surgidos de esta revolución digital, sin embargo, este fenómeno en las últimas décadas de innovación ha afectado con mayor ahínco a los infantes y adolescentes, y por afectar me refiero a que son los que mayor utilidad le dan a estos aparatos y medios digitales.

En México, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en su comunicado de prensa núm. 352/21 (2021), confirma que el grupo etario que concentra la mayor proporción de usuarios de internet abarca de 18 a 24 años, con una participación de 90.5%. El segundo grupo de edad donde el uso de internet está más generalizado es el de 12 a 17 años, con 90.2%. En tercer lugar se encuentran los usuarios de 25 a 34 años, quienes registraron 87.1%. Por su parte, el grupo de edad que menos usa internet es el de 55 y más años, ya que registraron 37.5 por ciento. Un dato relevante es que la cifra de uso ha ido aumentando, por lo que cada vez parece que más personas se interesan por los medios digitales, lo cual en sí no es perjudicial, empero cabría cuestionarnos qué beneficios y riesgos pueden traernos las nuevas tecnologías, sobre todo, para los que más los usan.

En un estudio realizado por el psicólogo Howard Gardner y en colaboración con la doctora en Educación Katie Davis en el 2014, nombraron “Generación App” a este grupo de individuos entre 12 y 22 años de edad, que su vida ha sido forjada e intermediada por la tecnología, los identifican como personas que no solo le dan relevancia a estos medios y aplicaciones, sino que les asignan un valor psicológico, es decir, para este caso las redes sociales y el internet como las aplicaciones que utilizan predeterminan parte de su forma de ser y pensar, tienen una influencia significativa que los conducen a comportamientos individualistas y egocentristas, de igual forma incide en que los jóvenes se definan con ideas preconcebidas de cómo deben ser, provocando que se creen una imagen falsa de ellos mismos, por lo que acaba lesionando la construcción de su identidad. Así mismo, el uso de estas herramientas -mencionan los investigadores- limita su creatividad, generalmente debido a que le entregan a la persona una idea creada y proporciona poco espacio para la autenticidad.

Ante el resultado observado, los autores sugieren que pueden darle otro uso más consciente a estas herramientas, no excluyendo otros tipos tradicionales de fomentar la socialización, la creatividad y la formación de la autoestima.