La burbuja del capitalismo
Cesia S. Rodríguez Medina: La burbuja del capitalismo.
Pareciera que nada ha cambiado en la historia, la condición humana sigue existiendo entre dos versiones de la realidad. Charles Dickens lo expresó correctamente en un párrafo de su novela “Historia de dos ciudades”, donde afirma que la naturaleza social siempre tendrá dos caras y muchas veces nos harán ver o creer una mejor versión que inventarán. Así describe la cuestión el escritor inglés: “…Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada…”. Si bien este fragmento transcurre en los albores de la Revolución Francesa, también puede ser útil para narrar nuestro panorama actual, a casi más de doscientos años de aquel acontecimiento.
Leo en todas partes, sobre todo desde el discurso oficial, que la economía mexicana va recuperándose, después de la crisis más aguda que tuvo durante la pandemia por Covid-19, la cual paralizó diversas actividades productivas y mercantiles. Se publican portadas haciendo alusión al crecimiento económico, pero yo me pregunto: ¿de qué viene recuperándose? En temas socioeconómicos, durante las últimas décadas, la población que se encontraba en situación de pobreza extrema no ha logrado superar su condición y aunque la medición de la pobreza es multidimensional (por considerar distintos indicadores), siendo en este caso y como ejemplo, que la falta de acceso a una alimentación sana y de calidad afecta a más del 20% de la población en México (Coneval, 2018).
Estas carencias se reflejan en otros indicadores como al acceso a servicios básicos en la vivienda y a la seguridad social, es decir, podemos ver que es un problema persistente y aunque actualmente se aplican medidas para contrarrestar estas condiciones como el acuerdo que estableció el Gobierno Federal de Apertura contra la Inflación y la Carestía (Apecic), cuya finalidad es proteger la canasta básica, evitando el aumento de los precios a 24 alimentos, la medida funciona como un paliativo a las necesidades, pero parece que tendríamos que vivir con lo suficiente únicamente para aliviar la realidad inmediata, sin embargo, es evidente que la balanza capitalista no se inclina nunca por el bienestar popular.
En uno de los más recientes informes del Fondo Monetario Internacional (2022) intitulado “Perspectivas de la economía mundial, afrontar la crisis del costo de vida”, se anuncia el riesgo que podría advertirse por la presión de los precios, la inflación y la guerra Rusia-Ucrania, creando, posiblemente, un periodo de recesión.
Por eso, resulta curioso que aquellos que nos han llevado a la crisis planteen ahora una solución, desafortunadamente las políticas implementadas para reducir las desigualdades y regular la crisis son, por sí mismas, medios de enriquecimiento o mala distribución. No sabemos qué cambios vendrán en el futuro, nada está predeterminado, pero no podemos pensar que este capitalismo que vivimos se hizo para todos, es decisivo buscar alternativas que renueven las formas económicas que han provocado la catástrofe social que vivimos.