Metáfora de una habitación propia

Cesia Rodríguez Medina: Metáfora de una habitación propia.

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Acertadamente la escritora Virginia Woolf dijo: “todo se hace mejor con el estómago lleno”, enunciado que ratifica su idea más conocida: “una mujer debe tener dinero y una habitación propia para escribir una novela...”.

A casi cien años de haber manifestado este pensamiento, es inevitable rescatarlo en un día como hoy, 8 de marzo, para abordar uno de los aspectos quizá más importante sobre la condición de la mujer en el mundo: la desigualdad económica, misma que continúa siendo, como lo fue, el principal obstáculo que limita el progreso de la mujer en la sociedad moderna.

En el contexto de su obra, “Una habitación propia”, Virginia visibiliza específicamente el problema desde el ámbito económico, pero a su vez pone dicho elemento como el medio por el cual las mujeres podrán elegir con toda libertad sus intereses y necesidades, si bien este es un tema que concierne a cada una de nosotras, aclara que no se trata de una competencia entre hombres y mujeres, pero sí es fundamental comprender la relaciones de poder que se ejercen aún sobre nosotras, como las consecuencias que provocan aspectos que no sólo se reflejan en la vida pública y privada, sino en otras interacciones que hacen permanente la reproducción de las diferencias de género.

Asimismo, esclarece temas que resultan incluso al día de hoy incómodos, como la emancipación de la mujer sobre el yugo del hombre, sobre todo, en relación con la dependencia económica, entendida como protección-autoridad sobre ellas, ejemplo que no hace diferencia de clase social, pues si bien la escritora no lo menciona explícitamente, deja en evidencia la realidad de una mujer pobre como aquella que se encuentra en mejores condiciones, donde prácticamente la subordinación generalmente es la misma.

Lo más interesante de este ensayo es que explora en un sentido metafórico la habitación como un espacio de crecimiento personal y reflexión que debemos permitirnos todas, donde a pesar de las limitantes que prevalecen, tengamos la capacidad de trastocar la hegemonía patriarcal que subyace sobre nosotras. Es un llamado a la intimidad como una forma de hacer conciencia para utilizar nuestros recursos intelectuales y tener una permanente autocrítica sobre lo que vivimos: insistir en encontrar esa libertad que añoraron nuestras antepasadas y que como bien menciona Virginia Woolf, ojalá no tuviéramos que preocuparnos por las injusticias económicas como el acceso al trabajo, educación y salario, entre muchas otras. Sin embargo, es interesante cómo a cada una la vida le ha permitido en sus circunstancias hacer conciencia sobre esto, donde eventualmente enfrentamos contradicciones económicas y políticas, y un largo etcétera, que podría parecer que nos separamos una de otra, pero dudo mucho que la indiferencia sea parte de la naturaleza femenina; confío en que podamos continuar la historia de la humanidad de una manera diferente

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