Jóvenes, ¿presente o futuro?
Cesia S. Rodríguez Medina: Jóvenes, ¿presente o futuro?.
En México el 30% de sus habitantes está conformado por personas de 12 a 29 años (Inegi, 2020), grupo etario denominado como joven. Es relevante para el país que estos hombres y mujeres representen la mayor concentración de la población total, estadística que se mantendrá unas décadas más, debido a que actualmente nos encontramos ante un fenómeno gradual de envejecimiento, motivo que nos obliga a repensar qué representan estos datos y saber qué sucede con esta parte de la ciudadanía que transita una etapa temporal considerada vital en muchos aspectos como la salud (física y psicológica), la cultura y la económica, etcétera.
Si pensamos en los jóvenes, los reconocemos como individuos enérgicos, con potencial y capacidades, les proyectamos expectativas elevadas con base a su inteligencia y conocimiento, incluso, aunque estas ya sean superiores, exigimos que sean de una u otra forma, los amoldamos al concepto cultural que se espera socialmente asignado conforme a las normas y valores. De igual manera, sabemos la responsabilidad que implica que estudien y se desarrollen integralmente con el objetivo de que sean autónomos e independientes, mientras esto no se convierta en una amenaza para el statu quo, de esta forma, vamos creando un ideal sobre ellos que se acomode al mundo que conocemos, en el que desafortunadamente se van encontrando limitaciones porque en apariencia contradice la posición de los adultos, situación que genera rechazo a lo que se conoce como “adultez”, aunado a la idea que se pretende imponerse reproduce la concepción de ser una población compleja porque defienden o expresan sus propios intereses, inquietudes y necesidades, que en ocasiones pareciera que rebasa la comprensión generalmente de los mayores-adultos, mismos que sólo les resta resistir o sosegar la vivacidad juvenil, por eso serán los mayores quienes dicten el rumbo por ser los que tienen la experiencia capaz de trazar y elegir el camino por ellos, empero, ¿así debe ser?
Las y los jóvenes no son una amenaza, son parte sustancial como lo son los demás grupos y sectores en una sociedad, no son individuos aislados como se explica en ocasiones, la división etaria o conceptual sólo funciona para comprender y clasificar características de los grupos, pero no para generar diferencias que reproduzcan desigualdades y discriminación, por esta razón es obligado ofrecerles oportunidades para su crecimiento óptimo. Yo diría que la juventud es el presente porque de ella emanará la nueva sociedad, dará continuidad o no a las estructuras preestablecidas, ruptura natural en un proceso de evolución social, es el momento de actuar y preocuparnos por el ahora, atender sus necesidades presentes y futuras, hay que creer en los jóvenes por su gran capacidad y responsabilidad que pueden asumir a los retos del nuevo mundo sin invadir la pureza de sus pensamientos e ideas, sobre todo, reconocer que avanzamos conjuntamente.
Es por esto que celebro que se aprobara en la Cámara de Diputados la reforma a la Constitución de los artículos 55 y 91 correspondiente a la edad mínima para ser Diputada o Diputado, pasando de 21 a 18 años, asimismo para ser Secretaria o Secretario de Estado, de 30 a 25 años de edad, significa que estamos cambiando la visión que se tiene sobre la juventud, dando lugar a sus nuevas perspectivas y asumiendo que tienen el derecho a participar, siendo actores de su propio porvenir.