Disfrutemos nuestra existencia
Cristóbal León Campos: Disfrutemos nuestra existencia.
En muchas ocasiones, sin que seamos conscientes, las crisis vienen a proporcionarnos oportunidades de retomar o redireccionar nuestras vidas, pueden llegar a ser alarmas que nos señalan las coyunturas particulares que debemos atender para dar un sentido diferente, o también para reafirmar algunas cosas, durante nuestro tránsito por esta mundanal existencia.
Estos días que transcurren entre tardes lluviosas y el calor extremo de la región, me han llegado de formas diversas señales que ameritan una profunda introspección sobre mi ser. El recuerdo de un viejo amigo, quien se marchó hace ya más de una década, junto al desgaste generado por las obligaciones laborales, significan ahora una llamada de atención que precisa detener la marcha por breves instantes para mirar lo andado y proyectar lo venidero, sin que el pasado y el presente se conviertan en pesadas losas que impidan el disfrute del hoy.
La existencia conduce las horas a un camino lleno de acertijos que en el día a día tiene su resolución. La pesadumbre que nos produce las responsabilidades y el “deber ser” de la sociedad -ese molde que en la mayoría de las ocasiones aceptamos sin reparar en ello- genera sobre nosotros mismos una serie de exigencias que sobredimensionan nuestro actuar tanto en términos positivos como negativos a la hora de valorarnos, las sensaciones de ahogo, soledad y vacío se nos manifiestan como agotamiento de las fuerzas físicas y un desanimo en lo espiritual, que si lo permitimos pueden conducirnos a un profundo abismo, sin embargo, lo anterior no significa que debamos rehuir de estas sensaciones y pensamientos, al contrario, debemos ir reconociéndolos y aceptándolos como parte de nuestra presencia en el mundo, ya que como hemos mencionado, son las señales que requerimos para poder dar un paso hacia otro nivel en nuestra vida.
La autovaloración que hacemos íntimamente referente a quienes somos, a veces la sobrecargamos de juicios y prejuicios que nos dejan con un sentimiento de insatisfacción que impide observar de manera clara las cosas positivas que logramos, el devenir de los días lo convertimos en un martirio de flagelación interpersonal que hace pesada la existencia y exacerba un tipo de sentimiento de rechazo hacia aquello que solemos disfrutar, nublamos la vista incluso en relación a las actividades y quehaceres que sabemos son satisfactorios, pero esa idea del “deber ser” provoca que olvidemos justamente ese disfrute que en otras circunstancias nos llena y nos hace sentir alegría y orgullo.
Las crisis existenciales vienen a retarnos, a confrontar el camino andado y a corroborar si estamos en la dirección anhelada, son precisamente eso, un reto superable cuando estamos dispuestos a salir de nuestra zona de confort y permitirnos cuestionarnos sin necesidad de que esto signifique algo negativo, pues como ya se ha mencionado, en realidad, son coyunturas para tomar un respiro y sacudirnos de todo lo que debamos dejar atrás, aunque cueste esfuerzo y nos confronte con nosotros mismos.
La carga del pasado, la ansiedad por el futuro, la crítica extrema que hacemos de nosotros mismos, el no darnos la posibilidad de disfrutar los logros alcanzados, aunque puedan parecer pequeños, nos puede llevar a olvidar que a fin de cuentas, lo importante es disfrutar de la existencia en el instante que significa justamente AHORA.