Fin a la violencia contra las mujeres
Cristóbal León Campos: Fin a la violencia contra las mujeres.
Las cifras son claras, más de 10 mujeres al día son víctimas mortales de la violencia machista y patriarcal en México, algo que viene incrementándose con los años, las denuncias por violaciones, acoso y hostigamiento sexual, así como por violencia física, económica, psicológica, laboral, simbólica y demás formas, van en aumento, poniendo a nuestro país en una muy alarmante situación por la guerra inhumana que se desarrolla contras las mujeres y, aunque esta última expresión pueda sonar para muchos exagerada, la realidad demuestra que al final de cuentas resulta una forma suave de hablar de una verdad dolorosa.
Esta guerra para nada es nueva, ya que como señala la investigadora feminista Rita Segato: “La expresión patriarcal-colonial-modernidad describe adecuadamente la prioridad del patriarcado como apropiador del cuerpo de las mujeres y de éste como primera colonia”. La estructura patriarcal, cuya historia se remonta a varios siglos atrás, ha estipulado desde sus origines que la apropiación violenta del cuerpo de las mujeres por parte de los hombres es una de sus expresiones esenciales, por ello, el feminicidio está directamente relacionado con este tipo de violencia, no es una parte de él: es uno de sus rasgos centrales. Y justamente como parte del feminicidio, la violencia sexual es la manifestación de la intensión de dominación y sojuzgamiento ejercida por el hombre contra las mujeres, no es un elemento circunstancial en este tipo de crimen, es por excelencia la marca que lo distingue.
La resistencia de las mujeres contra esa apropiación de sus cuerpos por parte de los hombres agresores es “castigada o penada” con el crimen, es decir, en forma cruda pero real, que bajo la mirada absurda del machismo las mujeres que transgreden esa lógica irracional e inhumana de conquista que se intenta ejercer sobre ellas por parte de los hombres, al resistirse a esa conquista violenta, son vistas como enemigas de ese patriarcado y de ese imaginario “poder” del hombre sobre ellas. Ideas absurdas, pero existentes, que han marcado por siglos a la humanidad y que en estos últimos años se han recrudecido, entre otras cosas, porque el avance del feminismo, de la consciencia de las mujeres sobre sus derechos y la organización basada en la sororidad de ellas para protegerse y reivindicar su dignidad, es también asumida por el machismo como una ofensa a su “poder” y genera lo que bien ha llamado la doctora Georgina Rosado Rosado: “la reacción violenta del patriarcado”.
Pero, incluso ante este panorama, la erradicación de la violencia machista y patriarcal contra las mujeres es posible, no se trata de una utopía irrealizable, sino que hablamos de la posibilidad real de transformar el mundo en el que vivimos, pero, para lograrlo, debemos los hombres de dejar de “justificarnos” para no reconocer que ya es tiempo de echar por la borda al machismo y rehacernos partiendo como principio de la aceptación de que los hombres no somos el centro del mundo humano ni del universo. Por esta razón, incrementemos la deconstrucción que los hombres requerimos, hablemos y creemos nuevas masculinidades sin temor o prejuicios, reconozcámonos que hemos contribuido a la reproducción del machismo y los privilegios que hemos ejercido sobre las mujeres para poder ponerles fin de una vez y para siempre a la violencia y opresión de género. ¡Construyamos un mundo nuevo y mejor!