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El movimiento obrero-popular de 1973-74, la detención de Efraín Calderón Lara “Charras” el 13 de febrero de 1974 y su asesinato la madrugada siguiente (14 de febrero), acontecidos en Yucatán, cumplen 49 años luchando por permanecer en la memoria colectiva a pesar de la negación del poder y su exclusión en la historia oficial. Aún hay factores y acontecimientos de dicho proceso que deben ser estudiados y dados a conocer, además, sigue faltando el necesario reconocimiento de esta parte de la historia como un suceso englobado en la lógica nacional de la lucha de clases y, sobre todo, como una parte integral de la evolución histórica de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady).

A pesar del paso de los años, aún no se da importancia a muchos acontecimientos, más aún siendo que el 16 de febrero de 1974 la policía y el ejército agredieron a la Universidad disparando contra los estudiantes, evidencia física que fue borrada del Edificio Central de la Uady, como fuera borrado el nombre de Efraín Calderón Lara de la entrada del Teatro Universitario (hoy Felipe Carrillo Puerto) y se retirara la placa colocada por la comunidad educativa, donde se repudiaba la represión y el autoritarismo de la época.

El crimen cometido contra el “Charras”, al igual que la desaparición forzada de Raúl Pérez Gasque (yucateco integrante de la guerrilla del ELN), en abril del mismo año, son partes específicas de la guerra sucia mexicana cuya perspectiva de análisis debe ser ampliada. No debemos ser cómplices de la intención conservadora que busca diluir la memoria tratando de negar la importancia histórica y social de la organización y la lucha del sindicalismo independiente acompañado solidariamente por los estudiantes universitarios, tecnológicos y de diferentes niveles junto a la sociedad yucateca.

El “Charras” llevaba antes de su asesinato varios años acompañando las reivindicaciones laborales del proletariado yucateco de diversos ramos de la industria, la educación, el comercio y los servicios, gracias a su asesoría y la solidaridad de estudiantes organizados en el Frente Cultural Estudiantil “Jacinto Canek” y de militantes de la Juventud Comunista, se fundaron 9 sindicatos independientes que dieron luz ante las precarias condiciones de trabajo de la clase obrera, que vivía una aguda explotación y una sistemática violación de sus derechos establecidos en la Constitución mexicana.

Efraín Calderón Lara fue ultimado (14 de febrero de 1974) después de haber sido torturado y castrado, su cuerpo fue abandonado a un costado de la carretera que conduce al municipio de Felipe Carrillo Puerto, en el estado de Quintana Roo. Tres días después, su cadáver fue hallado por un campesino, la noticia terminó de despertar la inconformidad social que ya se había manifestado a través de una serie de movilizaciones obreras-estudiantiles, siendo que a partir de entonces se declaró la huelga general en toda la Uady, el Instituto Tecnológico de Mérida y muchos más centros escolares de todos los niveles, además, los 9 sindicatos independientes fundados a raíz de la asesoría y el apoyo del estudiantado, se declararon en paro y se mantuvieron en pie de lucha durante los meses que duró la huelga.

Hoy esa memoria es necesaria, ya que mucha es la historia oculta y el dolor social aún presente. Establecer la justicia histórica reivindicaría a quienes han contribuido a la conformación de nuestra nación y cuyos nombres no figuran en los almanaques de la historia nuestra.

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