Lo inconmensurable de la vida

Cristóbal León Campos: Lo inconmensurable de la vida.

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En algunas ocasiones, durante el andar por la vida, tomamos decisiones que nos conducen por senderos inciertos respecto a lo que creemos. Nos conducimos sin reparo a los bordes del abismo personal, dejando huellas indelebles que marcarán el futuro de nuestras relaciones humanas, no somos del todo conscientes de la manera en que nos equivocamos con algún acto realizado. A veces la soberbia nos nubla la mirada y nos aparta de los sueños, dejamos que el incierto sendero, se convierta en la única verdad.

Hurgamos las heridas, acrecentamos el sufrimiento, laceramos las buenas cosas de nuestro entorno, preferimos llamar a nuestro lado lo que incentive esa penitencia auto-impuesta, antes que hacer frente a la cruda realidad, de que es uno mismo quien se lastima.

El miedo paraliza y acompleja, pero también puede llegar a convertirse en un estado más de nuestras vidas, puede volverse un lugar seguro, nos detenemos y justificamos nuestra quietud, perdemos la perspectiva de otras realidades, la oscuridad del sendero la percibimos tan densa, que no nos atrevemos a imaginar lo que hay detrás de ella. Convertimos al temor en nuestro representante, negamos todo lo que hemos sido, para no fracasar en el intento de ser aún más.

Cegados así, entre miedo, orgullo y falsas respuestas, olvidamos que todo tiene una salida, que nada es perpetuo, que todo cambia y nosotros también cambiamos, pero, en ese sendero que nos parece incierto, hay tantas opciones si observamos bien, si nos esforzamos y renovamos la mirada podremos superar lo denso de la niebla, notando que a cada paso que damos, el mismo sendero nos ofrece veredas alternas por donde andar.

Hay cosas en la vida que son irremediables, la muerte es una de ellas, pero las demás, todas las demás, tienen siempre más de una posibilidad de interpretarse y, si así lo requieren, de resolverse. El pasado nos conforma, nuestras historias personales prefiguran el nosotros del presente, nuestro hoy es resultado del ayer, pero el mañana únicamente se construye dejando el pasado atrás, usándolo como enseñanza y no como escusa de la comodidad. Aceptar absolutos es equivocado, nada debe ser eterno si obstruye nuestra felicidad, reconozcámonos en el mañana partiendo del ahora en movimiento.

Lo inconmensurable de la vida no es la tragedia, la grandeza radica en el acto de nacer todos los días, aceptando que no hay un único sendero, que la realidad es cambiante y diversa, que las respuestas son siempre desiguales y que está en nosotros saber poner fin a todo aquello que lacera nuestras esperanzas y desfigura nuestro Ser. Renazcamos a cada instante con el pasado como enseñanza, con las virtudes cultivadas y la certeza de que somos capaces de construir alternativas al presente, sabiendo que únicamente nosotros escribimos las historias personales que nos distinguen.

Hoy ya quiero mirar atrás, prefiero caminar un nuevo sendero, dejando que las sombras se disipen para dar paso a otra luz. La vida cambia, no obstante, mantener los principios básicos y reafirmarlos fortalece nuestra esencia. La utopía y la esperanza siguen siendo las banderas que ondean en lo alto del castillo de mis sueños y en busca de vuelvo a andar. Alejado de la nostalgia, vuelvo a nacer evocando inconmensurable de mi vida.

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