|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

La educación en México durante décadas, si es que no siglos, ha tenido un currículo colonizado, con ausencia de nuestra esencia, lo que ha sido evidente, ya que la permanencia de los resabios coloniales en la enseñanza se refleja en la mira puesta en Occidente como eje del saber. El proceso descolonizador requiere de la producción de saberes propios, comunitarios, sin negar lo universal, se trata de hacer universal los saberes originarios. Se requiere tomar las ideas y expresar las nuestras, y por ello debemos cuestionar ¿cuándo hablaremos de nuestra historia y filosofía latinoamericana y caribeña en las aulas escolares?

Entre otros pensadores, Leopoldo Zea integró un conjunto de reflexiones que dieron forma a lo que hoy reconocemos como filosofía latinoamericana. Sus esfuerzos se encaminaron a la articulación de los saberes, las ideas y los proyectos de unidad, integración, identidad e historia que expresan la cultura y la cotidianeidad en los países latinoamericanos y caribeños. Zea es impulsor de la lucha por el reconocimiento de nuestra filosofía e historia como corrientes del saber universal.

La negación continua de la filosofía latinoamericana y la enseñanza colonizada de su historia, siguen presentes en muchos de los llamados “centros del saber”, que reproducen la advertencia que José Martí escribiera en su ensayo Nuestra América al referirse a la burla del arrogante adinerado que se mofa del humilde campesino, pero olvida que las manos morenas y llagadas del sencillo son las mismas que cultivan las praderas para que abunde el alimento en su mesa costosa y extranjera. Así, la historia y filosofía latinoamericana son la esencia que florece de las entrañas de los suelos en la geografía marcada por el nosotros.

Tras la implementación del neoliberalismo en México y América Latina, la educación sufrió alteraciones en sus objetivos formativos y de contenido, los valores del capitalismo incrementaron el individualismo, la falta del pensamiento crítico y la desvinculación con la historia latinoamericana y caribeña. Se buscó deshacer la identidad y recolonizar al ser para extender la dominación depredadora que despoja, explota y niega la diversidad cultural. Es por ello que la educación necesita mayor compromiso, educar no es solo transmitir conocimientos, educar es tocar el alma para transformarla, las instituciones dicen educar, pero muchas quieren encajar en moldes lo que siempre ha sido diverso, la educación es libertad, tal y como lo demuestra la larga tradición pedagógica latinoamericana y caribeña emanada del quehacer de mujeres y hombres comprometidos con la humanidad.

Nuestra América ha tenido que explicarse a sí misma para reconocerse y ser reconocida, el neocolonialismo imperial sigue negando su existencia, la opresión es también una idea implantada en la colectividad que se materializa, enseñar nuestra historia y filosofía es la mejor respuesta contra la hegemonía occidental. Es resistencia en el campo de las ideas frente a la cultura que se asume como “superior”, el crisol nuestro es diverso como lo es la realidad. La enseñanza debe ser el eje de la transformación, la cultura es el camino para renovar la esencia humana, la utopía de un mundo mejor es aún realizable. La historia y la filosofía latinoamericana y caribeña se asumen también como instrumento para la emancipación de nuestros pueblos.

Hoy vivimos tiempos urgentes, los procesos geopolíticos nos advierten sobre la necesidad de regresar al humanismo, de encontrar en las tradiciones pedagógicas libertarias, como la de Paulo Freire y muchas otras, las bases que impulsen transformaciones reales, no sólo en el currículo, sino en la realidad concreta, pues la palabra sin sustento se desvanece con el viento. La Nueva Escuela Mexicana tiene bases filosóficas que, superando las contradicciones, pueden contribuir a la generación de nuevos saberes y al replanteamiento de para qué sirve la educación en sociedades desiguales y en países cuyas laceraciones socioeconómicas siguen presentes.

En todo caso, la educación es la base de toda transformación y se sustenta con el replanteamiento de los procesos formativos de los seres humanos, reconociendo la diversidad, pluralidad, multiculturalismo e impulsando el humanismo, pero también mejorando las condiciones materiales de existencia, pues no se trata de idealismo, sino de forjar la transformación con bases filosóficas reales y acordes a nuestras condiciones identitarias como mexicanos, latinoamericanos, caribeños y seres humanos.

Lo más leído

skeleton





skeleton