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La reelección de la titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), por parte del Senado, se suma a la lista de agravios a la nación –en este caso específico a las víctimas cuyos derechos humanos han sido afectados– por parte de la mayoría legislativa del partido en el poder. Incluso entre ellos hubo discrepancias para mantener en el cargo a una mujer que ha llevado a ese organismo a sus peores momentos y que no ha tenido la humildad y vergüenza de admitir su rotundo fracaso. Se premió la ineptitud de Rosario Piedra Ibarra.

De ahí que, ahora que están a punto de desaparecer los organismos autónomos, es más importante conocer, sobre todo por las nuevas generaciones, el largo y sinuoso camino andado para consolidar las instituciones que han sido contrapeso de los gobiernos, su espíritu y objetivos trazados en su marco jurídico. Sólo así se podrá emitir un juicio acerca de si la idea de eliminarlos es por el bien de la sociedad y el país u obedece a intereses de grupos que rechazan la transparencia en sus gestiones.

Respecto de la CNDH, desde su origen en 1990 fue rápidamente escalando en importancia como un garante confiable de la protección y defensa de los derechos humanos en México y fue elevada a rango constitucional el 28 de enero de 1992.

Los ciudadanos vieron en este ente autónomo una mano amiga que atendió su queja contra alguna dependencia o servidor público que conculcara sus derechos. Su misión, según el propio organismo: “es la defensa, promoción, estudio y divulgación de los derechos humanos reconocidos en la Constitución mexicana, los tratados internacionales y las leyes”.

Los primeros ombudsman supieron estar a la altura al presentar recomendaciones a dependencias de los tres niveles de Gobierno. No fue fácil el camino iniciado por el Dr. Jorge Carpizo McGregor (en su gestión se crearon los primeros programas de agravio a periodistas y defensores civiles de derechos humanos, personas desaparecidas, contra la tortura y de supervisión al sistema penitenciario). Sus sucesores fueron consolidando a la Comisión haciendo respetar sus fallos hasta convertir a la CNDH en un referente, incluso a nivel internacional.

A tal grado fue el peso que llegó a tener la Comisión que, hasta un general, Francisco Gallardo Rodríguez, sugirió la creación de un ombudsman militar, motivo por el que estuvo preso entre 1997 y 2002. No fue en vano su lucha, en la actualidad, tanto el Ejército como la Armada cuentan con Unidades de Promoción y Protección de los Derechos Humanos: “con el fin de fortalecer en mayor medida la relación con Organismos protectores de Derechos Humanos, Instituciones de Gobierno y con la población”. Además, cada entidad federativa cuenta con su propia Comisión de Derechos Humanos.

Hoy, el prestigio y reconocimiento de la CNDH ha venido a menos. Sus acciones se conocen menos que sus omisiones o ausencias en asuntos o temas donde hay una presunta o flagrante violación a los derechos fundamentales y que requiere la actuación de esta “defensoría del pueblo”. Cabe preguntarse si no hay en este momento alguien que requiera del acompañamiento de esta Comisión.

Quizás por eso, hace poco más de un año difundía un spot de televisión en el que preguntaba “¿Sabes qué hace la CNDH?”, esto porque la ciudadanía no conoce realmente lo que hace, ni a quién sirve. Hoy, pocos recomiendan “ve a Derechos Humanos”, y es de lamentarse.

Anexo “1”

La Hoja de Actuación

Sobre la aptitud para el desempeño de un cargo, en la Armada (como en el Ejército), cada año se evalúa el desempeño del personal: los de tripulación (o tropa), con el Memorial de Servicios, y los oficiales, con la Hoja de Actuación.

De los primeros, prácticamente se califica la conducta, mientras que a los segundos en el documento que consta de cinco hojas, en la tercera y cuarta el Consejo de Honor califica: aptitud para el servicio, entusiasmo para el servicio, facultad de comprensión, decisión, tacto, don de mando, presencia de ánimo, iniciativa, lealtad, cooperación, laboriosidad, cumplimiento del deber, presentación personal, conducta militar y civil y el trato a los subordinados. Concluye con el “Concepto particular del comandante”, sobre aptitud profesional, instrucción general y calificación sobre desempeño de cargos.

Estas evaluaciones juegan un papel importante para la asignación de mandos y cargos y para las convocatorias de ascenso. La “hoja 5” es calificada por el comandante de Zona, Sector Naval, buque o unidad de Infantería, o director de la dependencia, según el caso, cuyos conceptos no se dan a conocer al evaluado, pues es “confidencial” y se remite al alto mando.

Consideramos que este tipo de evaluaciones debe existir en todas las dependencias de Gobierno, pues el ejercicio del mando (o cargo) debe ser sustentado con indicadores que demuestren la capacidad del funcionario. Pero, tratándose de políticos puede no ser confiable y además no se le da la importancia debida, como quedó demostrado con la reelección en la CNDH.

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