Ella… la que todos deseaban

David Ojeda Correa: Ella… la que todos deseaban.

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Era un día de esos que parecían tranquilos, en los que la mente está en blanco, sin perturbación alguna. De esos días en los que te encuentras en paz y no necesitas que nadie te inquiete, bueno, así era esa efeméride cuando llegó ella, la más hermosa e imponente que había visto. Quedé sin palabras, me sentí pequeño frente a su belleza y eso que no soy de los que bajan la cabeza, me sentí tímido cual niño, fue un amor puro, un amor a primera vista del cual les quiero contar.

No deseo ofender a nadie ni tampoco hacerlos sentir mal, en especial en estas épocas de cristal donde parece que hablar de una belleza exótica, voluptuosa e imponente pareciera una grosería, en especial si vengo a contarles de ella, de una que no es mi esposa.

Pues bueno, aquel día la vi, mi papá ya me había hablado de ella y me había dicho que si un día me la topara no la dejara ir, que la hiciera mía sin importar lo que dijeran los demás. Quería hacerle caso, pero mis amigos más cercanos me decían que no me le acercara, que lo pensara dos veces. No les presté atención, así que la saludé como si de una reina se tratara. Con precaución le sonreí y la cortejé. Para mi sorpresa se fijó en mí, interactuamos con miradas cercanas y lejanas. Me vio con unos ojos que calientan toda el alma, que nutren la vida y después de un tiempo a solas me dijo sin titubear: tómame, si no lo haces ahora ya no lo podrás hacer después y quizá otro me tome.

Me puse muy nervioso, tenía miedo, qué tal si agarrarla sería un pecado, qué tal si defraudaba a alguien o peor, me fallaba a mí; pero a la vez valía la pena, nunca volvería a tener el momento que tantos han esperado, se me entregaba, la tenía en bandeja de plata. ¡Claro! Pensé en el futuro, pensé en mi esposa, mi familia, mi trabajo. Pensé en las consecuencias y entonces… la tomé. Fue la experiencia más placentera de todas. Valió la pena el riesgo que ahora les confieso.

Ella se llama Oportunidad… y oportunidades siempre vamos a tener en la vida, nos tocará elegir tomarla o no. Cuando lleguen, algunas personas te hablarán bien de ellas y otros intentarán alejarte, incluso puede ser bajo el celó escondido del que conocemos como “mejor amigo”.

Cuando lleguen las oportunidades piensa en las consecuencias positivas y negativas. Toda oportunidad deja también un daño colateral que tendrás que solventar. ¿Cómo puedo encontrar una oportunidad? Haciendo aquello que nunca has hecho para lograr lo que nunca has logrado. Deja de intentar y de intentar siempre de la misma manera, pues eso te llevará al mismo resultado.

Aviéntate, todo el tiempo hay algo nuevo, pero tienes que salir por ello, recuerda que una oportunidad no significa fracaso, pero quedarte sin hacer nada ya es estar fracasando. ¿Y si no quiero tomar una oportunidad eso está mal? No, para nada, pues cuando sale una oportunidad también entonces aparece la oportunidad de decidir no tomarla. Sigue a tu instinto, a tu corazón y por supuesto, conéctate con tu mente, con tu responsabilidad. 

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