La homosexualidad, ¿un pecado?

David R. Ojeda Correa: La homosexualidad, ¿un pecado?

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Para muchos católicos hablar de homosexualidad es tabú, para otros pecaminoso, pero para la Iglesia no es algo oculto, es un tema abierto y mal entendido por quienes radicalmente quieren imponer su pensamiento. Un sacerdote explicó: para Dios las relaciones sexuales antes del matrimonio no son bien vistas, por tanto, peca igual un heterosexual que fornica que una persona con orientación homosexual teniendo relaciones, en otras palabras, ser homosexual no es un pecado.

La Iglesia Católica se apega a la biología y ésta es reproductiva, de ahí que el coito fuera del matrimonio se considere fuera de la ley de Dios (la ley de la naturaleza). El coito, desde esta visión, debe de ser parte y resultado de una relación matrimonial amorosa, no simplemente una liberación física. Y el matrimonio se considera como la relación trascendente entre hombre y mujer.

Esto no quita que cada ser humano tenga su propia identidad y orientación, las cuales, dice la iglesia, pueden volverse una cruz. Si son cristianas, estas personas están llamadas a unir al sacrificio de la Cruz del Señor las dificultades que puedan encontrar como consecuencia de su orientación (Juan Pablo II). Al ser los actos corporales de homosexualidad contrarios a la ley natural de Dios, es que estos se consideran un pecado, mas no el hecho de tener una orientación no heterosexual.

La postura de la Iglesia Católica está basada en la distinción entre ser lesbiana o gay, y actuar como tal; aceptando lo primero y considerando lo segundo como equivocado, tanto como que cualquiera caiga en la lujuria o en el acto sexual por placer fuera del matrimonio.

La Carta de 1986 de Obispos Católicos sobre el Cuidado Pastoral de Personas Homosexuales de 1986, aprobada por Juan Pablo II indica: “La enseñanza de la iglesia es aclarar que los derechos humanos fundamentales de las personas con orientación homosexual deben ser defendidos y todos nosotros debemos luchar para eliminar cualquier tipo de injusticia, opresión o violencia contra ellos”.

Con esta carta por delante, el papa Francisco considera correcto velar leyes de unión civil para personas con orientación homosexual, no como matrimonios del mismo sexo, sino de una manera de que estén cubiertos legalmente, y recordó que tienen derecho a estar en familia, a que sus padres los amen, no los rechacen.

La Iglesia señala que no es lo mismo considerarte homosexual que promover la llamada “ideología de género”; hay católicos a los que les gustan personas de su mismo sexo y que aún así no promueven este pensamiento como verdad infalible, esto en respeto a las ideas del otro, pues no se trata de que todos pensemos igual, sino que todos respetemos el pensamiento de los demás por igual.

Esta no es una opinión de odio, es la explicación de la visión de la Iglesia Católica esperando que quienes pertenecen a ella la comprendan. Deseo que sea un mensaje de amor y como miembro de la Iglesia te pido perdón por todos los católicos que te tienen miedo, los que te han odiado, los que te han excluido, los que han pecado contra ti. Ellos no son Dios, ni lo representan con esas actitudes. La homosexualidad no es un pecado. Dios te ama, de hecho, Dios no tiene sexo, pero sí una orientación, la orientación del amor.

 

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