“Barbie” y la exigencia de congruencia

Enrique Vera: “Barbie” y la exigencia de congruencia.

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Una de las ventajas de no hacer análisis viscerales y con demasiada prontitud, es que te permite hacer una mejor síntesis de ideas. La inmediatez de nuestra época, concebida como un imperativo, nos reclama una respuesta, una opinión, una postura para todo. No siempre tenemos una opinión definida sobre las cosas. Con el paso de los días, de los hechos, de las conversaciones con otras personas, vamos cambiando nuestra visión. Lo que nos parecía una convicción férrea e inamovible al entrar en contacto con otra realidad adquiere otro matiz y se enriquece. Así se forma un sentido crítico. Uno siempre debe ir a un intercambio de ideas con la apertura a la posibilidad de cambiar de opinión.

El estreno de “Barbie” generó una expectativa que fue calentando las salas de cine, primero por su simultaneidad con el estreno de “Oppenheimer” –dos filmes de tonalidades contrastantes-, y segundo porque la dirección de Greta Gerwig era una la promesa de un discurso feminista que desataría toda clase de comentarios a favor y en contra.

Al igual que el feminismo, a “Barbie” se le exigía absoluta congruencia en sus postulados. Lo cual es imposible dado que todo movimiento, encarnado por seres humanos, está repleto de contradicciones. ¿Acaso no hay feministas que amen a sus padres con actitudes machistas? ¿Demerita eso la militancia de esa feminista? En lo absoluto. Militar en las ideas no es asistir a un catecismo, sino poner sobre la mesa nuestras creencias, contradicciones y visibilizarlas. Pedirle a “Barbie” que represente al feminismo es un sinsentido. Reducir un movimiento con décadas de historias a una película es de una ingenuidad y pereza intelectual astronómica.

Se le exige al feminismo la congruencia que no le pedimos a otros movimientos o reivindicaciones y se le exige cuestiones que no le corresponden. Una de las críticas que más he leído y escuchado sobre la película -y aplica también para el feminismo- es que no plantea un modelo de masculinidad que encaje dentro del feminismo. Pero no es responsabilidad del feminismo. Como bien se lo dice a Barbie a Ken -venga, ya pasó suficientemente tiempo para no hacer spoilers- los hombres tenemos que descubrir quiénes somos sin la mirada de nuestras novias, esposas, parejas; enterrar el mito del príncipe conquistador que todo lo puede, todo lo da, todo lo da -cantaba José José- e ir construyendo un modelo de masculinidad que no demonice lo romántico, pero sea más sano y recíproco.

Y bueno, se dice también que al final “Barbie” es una película para hacer dinero, un lavado de cara para Mattel y una estratagema más de capitalismo para convertir una reclamación en un objeto de consumo más. Sí y no. No hay un fenómeno cultural que sea puro. El feminismo es un movimiento que está en la conversación pública con todos y sus matices. Casi siempre los productos culturales masivos son mucho más sensibles a lo que sucede en el seno de nuestras sociedades que aquellas obras consideradas de autor o alta cultura. Total, los libros de Zizek, Byung Chun Han o Judith Butler, también se venden para hacer dinero.

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