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Pascal Bruckner desarrolló en su célebre ensayo “La Tentación de la Inocencia” dos conceptos que podrían describir buena parte de la discusión pública de nuestro tiempo: infantilismo y victimización.

El infantilismo es ese deseo pueril de ser sustentado sin la más mínima obligación. Todo esto sustentado en la lógica capitalista de nuestras sociedades que se simplifican en dos comportamientos: consumir y divertirse. Consumir y divertirse hasta el infinito.

En cuanto a la victimización, se refiere a la capacidad del individuo moderno para desligarse de su responsabilidad en las relaciones que establece en sociedad, llegando al colmo de establecer una superioridad moral auspiciada por dolores que tal vez ni ha sufrido.

“Ya nadie está dispuesto a ser considerado responsable, todo el mundo aspira a pasar por desgraciado, aunque no esté pasando por ningún trance particular”, escribe Bruckner.

Aunado a el infantilismo y la victimización habría que sumar otro fenómeno desarrollado por psicología y a veces muy difícil de distinguir en nuestros días: el baiting o abuso reactivo. ¿Cómo funciona técnica de manipulación psicológica?
Provocar al otro hasta que este pierda los estribos y explote. Patear al perro, hasta que este se canse y termine mordiendo. Pocas veces se culpa a una víctima que primero ha sido una agresora. Es por eso que sería adecuado que cuando se hagan juicios sumarios, sería bueno tener de antemano toda la película.

Es así que hoy en la discusión pública, en la arena pública de las redes sociales donde el desgarramiento de vestiduras no tiene fin, observamos como narcisistas encubiertos, profetas del amor propio y la mejor versión de ti mismo, fantoches pasados como comediantes, raciclasistas de toda de la vida, mercenarios de la información, acaparadores del micrófono se visten de víctima, se dicen perseguidos por la corrección política y se autocanonizan en nombre de la libertad de expresión.

Hay individuos que han formado su personalidad en función de su papel de víctima.

Una sociedad democrática necesita individuos responsables que se hagan cargo de sus agravios, pero también de sus miserias.

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