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El primer encuentro de la nueva presidenta nacional de Morena, Luisa María Alcalde Luján, con la militancia de Yucatán, celebrado el pasado jueves 17 de octubre, marcó el inicio de la reingeniería de este partido en el Estado para hacerlo más competitivo rumbo al 2027.

En la Asamblea Informativa la dirigente nacional enlistó las tareas a realizar a partir de noviembre en esta entidad, las cuales están focalizadas a un trabajo de estructura partidista.

Entre las propuestas figuran: un cambio estatutario para lograr procesos más transparentes en la designación de candidatos; un decálogo de principios que deberá ser firmado por todas las autoridades emanadas del partido en Yucatán; una campaña de afiliación y credencialización masiva que permita generar sentido de alto sentido de pertenencia ya que de los 36 millones de votos obtenidos el pasado 2 de junio, sólo 2.5 millones de personas están afiliadas al partido.

Pero la “cereza del pastel” es la creación de Comités Seccionales en los 106 municipios, con el objetivo de asegurar la presencia del partido en el territorio, donde entre otras cosas, se repartirá de nueva cuenta el periódico “Regeneración”.
Luisa María Alcalde señaló que “no hace falta encontrar el hilo”, e hizo hincapié en una “vuelta al origen” del partido, un hecho sin lugar a dudas natural y a todas luces simbólico si recordamos su trayectoria: una mujer joven, y que era aún más joven cuando comenzó su militancia en el partido.

La presidenta, acompañada por el secretario de organización del CEN de Morena, Andrés Manuel López Beltrán, y por la secretaria general Carolina Rangel, es consciente que el partido comienza una fase inédita: la administración del legado del expresidente Andrés Manuel López Obrador.

Morena es un partido que fue creado para sumar voluntades y llevar a la presidencia a López Obrador. ¿Qué pasa cuando el ciclo de un líder tan carismático, el catalizador de un movimiento, se termina? ¿Cómo se administra un legado? ¿Cómo se mantiene vivo el fuego de una organización que va más allá de una lógica partidista, que se adscribe en los sentimientos, pasiones, lealtades de un pueblo que todos los días se enuncia y se construye? ¿Cómo traducir todo eso a lógica regional de Yucatán?

Las respuestas quizá se encuentren en el movimiento. Movimiento: acción o efecto de mover; alteración, inquietud o conmoción; primera manifestación de un afecto, pasión o sentimiento. Morena, en todos sus niveles, debe tener claro aquella idea del partido movimiento que han desarrollado pensadores como Juan Carlos Monedero: un partido movimiento que al ser luz tiene que ser onda y partícula. Tener un pie en las instituciones del Estado, más allá de las contradicciones y limitantes propias de éste, y tener un pie en la calle para generar un clima social de transformación que vaya más allá de donde la lógica institucional no puede llegar.

En el caso yucateco, todavía queda pendiente realizar un trabajo de formación política de gran calado que permita generar nuevos cuadros; nuevos liderazgos que abreven de un ideario de valores de izquierda y no del oportunismo. Para eso se necesitará mucha teoría y praxis sin recato. Pensar y sentir la calle al mismo tiempo.
Porque una teoría sin práctica es inútil, y una práctica sin teoría está ciega.

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