¡Esa televisión nacional!
Felipe Escalante Ceballos: ¡Esa televisión nacional!.
NOTICIAS SIN IMPORTANCIA Y CONCURSOS INTRASCENDENTES. Cierta noche en casa, mientras me cambiaba de ropas para luego degustar una buena cena, sintonicé el televisor. Con gusto vi que una emisora nacional iniciaría su noticiario con hechos acontecidos en la Península de Yucatán, por lo que presté atención a ese programa. Sin embargo, conforme la información avanzaba las decepciones fueron en aumento. Las noticias fueron: “Pepenadores detenidos en Progreso por robar tubos y cables de un predio”. “Individuo detenido en Tizimín por robar una gallina”. “Joven golpeado en un bar de la calle 59 de Campeche, sufrió discriminación”. ¿Qué importancia tienen estos hechos para ser transmitidos con cobertura nacional? Preferí apagar el televisor. La comida ya estaba en la mesa y seguir atento a esas noticias podría ocasionarme una mala digestión.
Los noticiarios de la televisión nacional no cantan mal las rancheras. Sus innumerables locutores, informadores, conductores, periodistas, reporteros y demás fauna televisiva -con sus muy honrosas excepciones- hablan de cosas cuyo interés es puramente regional, como un hecho de tránsito ocurrido en Veracruz “sobre (sic) la carretera Cosoleacaque-Acayucan”. Y también una advertencia a los automovilistas de tener precaución por la fuga de agua existente en una de las numerosas avenidas de la Ciudad de México.
Por el cintillo informativo de su noticiario la emisora del Ajusco llamó la atención sobre un lamentable hecho: “En Guanajuato lo bajaron de su taxi para quemarlo”. ¿A quién o a qué le prendieron fuego, al taxista o a su taxi? Es otra de las notas rojas favoritas de los programadores. Diariamente soportamos ad infinitum la cauda de homicidios, secuestros, balaceras, hechos de tránsito y similares ocurridos en el país y el resto del mundo.
Las televisoras privilegian los hechos delictuosos por encima de la información de verdadera importancia para nuestra República. Eso nos recuerda aquel célebre pasquín llamado ¡Alarma!, por fortuna ya desaparecido, aunque todavía existen algunos similares. Lo cierto es que la televisión no transmite cultura ni educa a los espectadores. Abundan los programas frívolos como Hoy, Venga la Alegría, Al Extremo, Ventaneando, Chismorreo, Es Show (cuyo título no está en español), o los concursos de aficionados, de baile, de canto o de cocina, propios para gente menuda y que no instruyen o educan a la población mexicana. Mejor no comentamos las interminables telenovelas, el gran éxito de Las Estrellas.
La Secretaría de Educación debería de exigir a las televisoras una mayor calidad en sus programas. Soñar no cuesta nada, algún día nuestra televisión tendrá buenos temas y se hará un óptimo uso de ese recurso educativo. Por su programación actual las empresas televisivas merecen sendos disparos con el tirahule de dos cañones, como decía el inolvidable Jefe Martiniano.
Hasta el próximo tirahulazo.