Una anfibología y otros desbarres
Felipe Escalante Ceballos: Una anfibología y otros desbarres.
OBSERVACIÓN A LA GENTE. Las oraciones poco claras dan lugar a un vicio gramatical llamado anfibología. Ésta consiste en utilizar dobles sentidos que dan lugar a más de una interpretación. Un ejemplo de ello fue detectado en un periódico local por don Raúl Asís Monforte González, nuestro apreciado vecino de página aquí en Novedades Yucatán.
La nota que comentamos lleva como título “Listos para los eclipses” y como subtítulo “Enseñarán cómo observar de forma segura a la gente”. El caballeroso vecino comenta: ¿Van a observar a la gente o a los eclipses? Pues, a la gente la van a enseñar y a los eclipses los van a observar. Para mayor claridad debió de escribirse: Enseñarán a la gente…
La honda salta a la palestra, rápidamente envía un misil pétreo hacia la anfibología y la primera pieza de hoy reposa en la buchaca. Muchas gracias, apreciado amigo Raúl Asís.
ACEITE DE OLIVO. En una de tantas recetas del arte culinario que circulan en el Facebook un cocinero dice emplear “aceite de olivo” para freír unas pechugas de pollo, base de un platillo con el que, según ese guisandero, nos chuparemos los dedos al degustarlo.
Al decir “aceite de olivo” se da a entender que el gustoso aceite se extrae de las raíces, corteza u hojas de un árbol, el olivo, y no de sus aceitunas u olivas. No creemos que el guisado sea tan exquisito si al cocerlo se empleó una sustancia oleaginosa extraída del árbol y no de sus frutos. El “chef” incurrió en un disparate, pues, en realidad, cocinó con aceite de oliva y no con aceite de olivo.
La resortera no perdona el gazapo y rápidamente entra en acción. Un fuerte disparo derriba el aceitoso ejemplar y lo guardamos en la talega.
CAMBIO ASTRONÓMICO. El ingeniero Luis Hoyos Schlamme, buen amigo de esta columna, nos envía la fotografía de un periódico peninsular. La información se refiere a un retén de la Secretaría de Seguridad Pública, instalado para detener vehículos por no haber realizado sus propietarios el cambio de placas. El pie de la imagen señala que la prórroga para realizar ese trámite terminó el 31 de septiembre.
¡Atiza! ¡El noveno mes de nuestro calendario ha sido modificado para agregarle un día! Ahora, septiembre tiene 31 días y no 30. El sagaz ojo de don Luis ha vislumbrado un vistoso gazapo y lo pone a tiro de nuestra arma.
Cargamos el tirahule con un grueso proyectil calcáreo, enviamos la pedrada hacia el cambio astronómico y cobramos la pieza. El sabucán queda hasta el tope y nos retiramos de la cacería.
Hasta el próximo tirahulazo.