Hilaridad e ilación y nuevas profesiones
Felipe Escalante Ceballos: Hilaridad e ilación y nuevas profesiones.
UNA IMPROPIEDAD. Un usuario del Facebook elogia el esbozo biográfico de La Bella Otero, la otrora muy celebrada bailarina y cantante española, más afamada por sus habilidades amatorias que por sus danzas y cantos. El admirado lector comenta: “Excelente redacción. Muy buena hilaridad de los hechos”.
No, esa biografía de la célebre cortesana -cuya vida fue tema de una película protagonizada por María Félix- no produce risas. El comentarista ha empleado la palabra “hilaridad” con un significado distinto al que tiene. El “amansaburros” la define como “risa sonora que provoca algo que se ve o se oye”. Sus sinónimos son: risa, carcajada, jolgorio, alboroto, gracia, diversión. En vez de “muy buena hilaridad de los hechos” debió de decirse “Muy buena ilación de los hechos”, pues, ilación es “conexión” o “congruencia” y son sus sinónimos unir, ligar, enlazar, coherencia.
La resortera hace su aparición. Con parsimonia carga el “cuerito” con grueso guijarro, tensa las ligas, suelta el disparo contra la impropiedad lingüística y el primer gazapo de hoy reposa en el morral.
ESPECTACULARES. Una “corcholata” -como por designación presidencial se llama ahora a los aspirantes a una candidatura para la presidencia de la República- lamentó la actitud omisa del presidente de su partido para frenar los excesos de las otras “corcholatas” en el “dispendio de recursos públicos con espectaculares, bardas y mítines masivos”.
Según la gramática española “espectacular” es un adjetivo que significa “aparatoso, ostentoso”. Se comete un desbarre al decir únicamente “espectacular”, por conferirle a un adjetivo el carácter de sustantivo. Lo correcto es decir “anuncio espectacular”. Sin embargo, esa expresión se está popularizando rápidamente. Es probable que pronto la Academia la acepte como un “mexicanismo” más.
La honda reaparece, para cargar su cañón extrae de su arsenal el más grueso proyectil pétreo, lanza la pedrada, el gazapo acusa los efectos y lo depositamos en el sabucán.
NUEVAS PROFESIONES. Con asombro vemos en la prensa, la televisión y las redes sociales que al señalarse la ocupación o trabajo de alguna persona se la llama influencer, feisbukero, vloguero o bloguero, standupero, tiktoker, yutuber, creador de contenido, creador digital y otros neologismos derivados de la tecnología, mismas palabras que no entendemos.
¿Habrá escuelas, universidades o establecimientos tecnológicos que enseñen esas profesiones? Lo ignoramos, la tecnología nos ha dejado a los adultos mayores un tanto rezagados en nuestros conocimientos. Esperemos que esas nuevas ocupaciones sean para bien de la humanidad. Al tiempo.
Hasta el próximo tirahulazo.