Dos árboles que siguen prosperando juntos

Gínder Pereza Kumán: Dos árboles que siguen prosperando juntos.

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Todos sabemos que una persona que quiere hacerte enojar tiene entre sus recursos hablar frente a ti de un tema que te es harto despreciable. Nuestra primera y natural reacción o respuesta es la amenaza de una agresión física, un insulto directo o el amago de una reacción violenta. Cualquiera de esas opciones derivará en una gran satisfacción para nuestros detractores.

Pelos más o pelos menos, ésa es la situación que se presenta todos los días gracias a la realización de la llamada conferencia mañanera, que encabeza y dirige, evidentemente con gran satisfacción, el Presidente, quien cuando asumió la presidencia marcó el comienzo del debate de barriada, esa pelea de callejón para decidir quién tiene la culpa del cúmulo de problemas que desde hace mucho tiempo está sobre todo México.

Pero no es que ellos sean los verdaderos malos, aunque sí se llevan su parte de los frutos abundantes que por estos meses y años generan dos hermosos y frondosos árboles del sexenio: corrupción e impunidad. Dos hermanas siamesas que ahora parecen invencibles porque operan juntas, y porque saben a quién beneficiar para salir ellos también beneficiados, así como las figuras más importantes de los tres poderes de la República.

¿En qué beneficia al ciudadano sostener un pleito contra los integrantes de los más altos niveles del Gobierno, criticados porque siempre han abusado de los ciudadanos al pagarles todavía, como si fueran aún unos niños de primaria o adolescentes de secundaria, que están esperando que Luciano, aquel famoso personaje que trabajando día y noche lograba satisfacer las necesidades físicas e intelectuales de una familia que ni siquiera cambió su deficiente formas de escribir de la pandemia de Covid-19, y que en cambio sí contrajeron los demás inquilinos del edificio, que cada vez estaban más enfermos que los murales y las paredes descascaradas?

Bueno, la corrupción ocasionaba que el arrendador de los cuartos o viviendas no solamente no respetaba las tarifas que periódicamente sugerían y algunas veces imponían autoridades públicas abocadas a supervisar la calidad del servicio que ofrecen ésos que quieren transportarse de un mundo a “otros” mundos, que ofrecen “con grandes facilidades muebles y apartamentos” que hicieron construir cuando la gente estaba necesitada de empleo.

Íbamos a hablar de los conjuntos inmobiliarios que ahora surgen entre las poblaciones grandes de casi todo el país, en proyectos que deberían motivar que los grandes capitales que se requieren para concretar esos aparentemente jugosos negocios, provengan verdaderamente de inversionistas de trayectoria limpia, y que no corran el peligro de descapitalizarse.

Con esos “negocios” muchas familias se están hundiendo, mientras buscan la manera de dejarles a sus hijos un patrimonio que sea al mismo tiempo el sitio donde éstos puedan ser felices. Todos tienen ese derecho, ¿no? 

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