El Museo del Meteorito

Héctor López Ceballos: El Museo del Meteorito.

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El domingo pasado tuve la oportunidad de acudir al Museo del Meteorito de Yucatán, ubicado en Progreso. El proyecto se realizó, en menor o mayor medida, con la participación de los tres niveles de Gobierno, con el propósito de crear un atractivo turístico en el principal puerto del Estado, al mismo tiempo que enfatizara la importancia geológica, paleontológica y biológica que tuvo el impacto del meteorito frente a las costas de Chicxulub hace más de sesenta millones de años.

Es innegable que el Museo tiene varias áreas de oportunidad; espacios y disposiciones que pueden -y deben- cambiarse con el tiempo. Como primera observación, diría que habría que agilizar el tiempo de espera entre cada uno de los grupos que puede ingresar. Y es que el Museo del Meteorito parece diseñado para sólo poder prestar el servicio y llevar el recorrido de un grupo a la vez; a diferencia de otros museos, el nuevo atractivo de Progreso no está pensado para que el asistente pueda recorrer por su cuenta y libremente las salas de exposición, tomándose el tiempo que necesite para ver a detalle los elementos que las componen, si no quiere -porque así se dispuso- que una guía vaya llevando a las personas por las diferentes secciones. A favor: la visita se vuelve amena y se captan datos interesantes de las explicaciones. En contra: se desperdician muchísimos objetos de la colección, pues no se pueden ver con detenimiento y por momentos parece “correteado”.

También es de resaltarse que algunas cédulas o “letreros” con información importante de los primeros dinosaurios animatrónicos son ilegibles dada la poca iluminación de la sala. Asimismo, los videos proyectados simultáneamente y con datos en inglés sin traducir pueden dificultar la captación de la información que, a fin de cuentas, es el fin del museo. También hay que destacar que parte de la escenografía o los dinosaurios obedecen más a criterios estéticos y recreativos, que a la evidencia científica; es decir, están más cerca de Jurassic Park que de las pruebas paleontológicas.

No quiero omitir que, como en otros edificios públicos o en otros actos administrativos, las autoridades locales hacen una injusta diferenciación entre habitantes del municipio, yucatecos y mexicanos al poner precios diferentes a las entradas, según la residencia que ostentes. Además de discriminatorio, es fiscal y constitucionalmente erróneo.

Pero, si bien es cierto que hay estas -y quizás otras- áreas de oportunidad en torno al Museo del Meteorito, no es menos cierto que, a diferencia de otros museos estatales, este ha logrado llegar a sectores poblacionales que generalmente no asisten a museos. Probablemente porque los dinosaurios llaman especialmente la atención de las y los niños, porque la escenografía es visualmente atractiva, por el optimismo de la guía de turista o qué sé yo, pero pude constatar de primera mano cómo familias enteras disfrutaban de un espacio que, aunque perfectible, logra por el momento cumplir con la función que deben tener en general estos recintos de divulgación, acercando los conocimientos científicos de la materia a la gente y, tal vez, despertando la curiosidad de más de una persona. Ojalá dure, se mantenga y mejore. 

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