La opinión popular
Héctor López Ceballos: La opinión popular.
Hace unos días se “descubrió” una encuesta que el INE ordenó realizar a la ciudadanía -entrecomillo “descubrió”, porque bastaba con entrar a la página del Órgano Electoral para encontrarla-, en la que aparentemente la gente estuvo de acuerdo en cosas como eliminar a los plurinominales, reducir el presupuesto del Instituto Nacional Electoral, reducir el presupuesto que reciben los partidos políticos y, por último -y más importante-, reformar al árbitro que ha puesto orden en los comicios del México democrático, luego de décadas de elecciones organizadas directamente por el Gobierno en turno.
Las respuestas no deben sorprender a nadie y son hasta predecibles: si a usted le preguntaran si deberíamos tener un mejor sistema de salud, si debemos de pagar menos impuestos y recibir más dinero del Gobierno, si las cosas deberían por decreto costar menos, probablemente un amplio sector poblacional diga que sí. Pero se sabe que, entre las múltiples complicaciones de los sistemas democráticos (que, sin embargo, son nuestra mejor opción frente al autoritarismo) no todo lo que elijamos o quisiéramos es necesariamente lo mejor.
Un ejemplo sencillo y claro es, quizás, el sistema anglosajón de impartición de justicia frente al sistema mexicano. ¿Estaría usted de acuerdo en que un grupo de personas, ajenas casi en su totalidad al derecho y sus reglas, decidiera la culpabilidad de quienes enfrentan un proceso judicial? ¿No es, sin embargo, un ejercicio plenamente democrático y con la participación muy directa de la ciudadanía?
No me malinterprete. Si a mí me preguntan, claramente contestaría que hay que reordenar (no necesariamente eliminar) el sistema de plurinominales, legisladores destinados a representar a las importantes minorías políticas. También estoy de acuerdo en que se gasta una cantidad ridículamente alta de recursos en hacer política en este país, en donde, además, si un partido se salta la norma, puede simplemente pagar una multa con el dinero del erario público. Sin embargo, sí considero que hay cuestiones que deben ser tomadas con más cuidado y no someterse a la técnica de convertir todo en un concurso de popularidad. ¿Por qué entre las propuestas de reforma electoral no está, por ejemplo, eliminar completamente la representación partidista ante el INE y ciudadanizar esos espacios? ¿Por qué no entonces, por ejemplo, abrimos la puerta a la democracia directa total y elegimos a quienes dirigen la CFE, Pemex, o las distintas secretarías de Estado por medio de elección popular?
Hay cosas que merecen y deben ser reformadas, pues nuestra democracia se encuentra lejos de ser perfecta. Faltan reglas más fuertes y autoridades autónomas con más facultades para hacerlas valer. Sin embargo, respetuosamente me parece que hay también elementos frágiles en esta incipiente democracia mexicana que, con todo y todo, nos han hecho avanzar y nos han alejado del autoritarismo que muchos declaradamente añoran. Las instituciones deben ser fortalecidas y reformadas, cierto, mas no sacrificando su profesionalismo y su capacidad técnica.