Esquivel, bien. Peña, mal

Héctor López Ceballos: Esquivel, bien. Peña, mal.

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Es probable que, tal y como sostienen voces afines al Gobierno Federal, la investigación que señala que la Ministra Yasmín Esquivel Mossa plagió su tesis de licenciatura, sólo busca incidir en la elección que el día dos de enero definirá quién será el nuevo Presidente de la Suprema Corte de Justicia. Es entendible que se acuse de complot o de ataque orquestado cuando el trabajo de titulación tiene treinta y cuatro años existiendo, no habiendo sido objeto de investigación, sino hasta ahora que la aún Ministra contiende por la Máxima representación judicial del país. Nada de ello, sin embargo, resta importancia al hecho de que -al parecer- el título que sostiene la carrera profesional de un miembro de la Corte está en tela de juicio y sea, quizás, producto de un fraude a la Universidad más importante de América Latina.

La propia UNAM ha emitido un comunicado en el que se evidencia un alto grado de coincidencias entre la tesis de Esquivel Mossa y una presentada por otro estudiante un año antes. Las autoridades universitarias han turnado el asunto a un cuerpo Colegiado para que dictamine e imponga alguna sanción, de ser el caso, lo que hace suponer que efectivamente estamos ante un caso de plagio. ¿Tiene la Ministra derecho de haberse equivocado en su juventud? Por supuesto. Pero la actitud con que se ha conducido estos días, y las respuestas que ha dado a los señalamientos de medios de comunicación y al gremio de abogados, dejan mucho qué desear para alguien que pretende ser la cabeza del Alto Tribunal de Justicia en México.

No menos indeseable, por cierto, ha sido el posicionamiento del Gobierno Federal o de algunos personajes que conforman las filas del oficialismo, pues en lugar de abordar el tema con objetividad e imparcialidad, se han puesto mejor a desprestigiar al investigador que presentó los hechos, o ya de plano incluso a cuestionar la pertinencia de las tesis como métodos efectivos de titulación. Todo menos, por supuesto, cuestionar la ética y la actitud de una Ministra que llegó a la Corte al calor de López Obrador y que en sus sentencias o participaciones en sesiones públicas ha demostrado aparente complacencia y afinidad con el régimen, incluso en ocasiones contra toda lógica jurídica. Se les olvidó a muchos cómo criticaron a Enrique Peña Nieto por también verse envuelto en un problema de plagio y que hasta su renuncia pedían. Hoy no sólo callan, sino que hasta minimizan la importancia de la honestidad intelectual.

No cuestionó la calidad moral, profesional ni los conocimientos de la Ministra. Como me comentaba un destacado politólogo, el hecho de que treinta y cuatro años después hayan tenido que recurrir a la tesis de licenciatura para desacreditar a Esquivel Mossa habla mucho de una trayectoria cuidada y aparentemente limpia. No obstante, los últimos días ha demostrado no tener el temple o la asertividad necesaria para el puesto. Veremos cómo influye esto en el voto del resto de los Ministros, pues son ellos quienes tienen la última palabra.

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