La muerte de un ícono
Héctor López Ceballos: La muerte de un ícono.
Porfirio Muñoz Ledo fue uno de los constructores de la democracia moderna en México. No se puede entender el país que tenemos si no comprendemos sus acciones, su pensamiento y sus posiciones. Con toda claridad se puede decir que difícilmente existiría Morena hoy sin la existencia de personajes como Muñoz Ledo, Cárdenas Solórzano e Ifigenia Martínez.
De hecho, esta triada de izquierdistas fueron quienes realmente iniciaron la transición democrática en México mucho antes de la aparición de López Obrador. Sí, sabemos que desde hace varios años -mucho antes de la elección de 2018- los seguidores de AMLO han querido elevar al actual Presidente al Maestro y casi Fundador Supremo de la izquierda en el país, sobre todo a través del distanciamiento y la descalificación a las figuras añejas del progresismo político en el país. Parece que el presidente López Obrador es, en muchas ocasiones, más cardenista que el propio Cuauhtémoc, y más juarista que la generación liberal de la Reforma. La historia oficial que se está construyendo muestra a Morena como el partido único y verdadero de izquierda, y se apresura en borrar cualquier rastro de disidencia o de protagonismos que pudiesen opacar a la religión política oficial. De tal forma lo hizo Stalin en sus purgas, aunque claro que Morena no elimina físicamente a sus detractores, sino que lo hace a través de la prensa, las mañaneras, y el desprestigio. La fórmula es conocida desde hace siglos.
Y mencionar lo anterior no es ocioso, pues precisamente fue Muñoz Ledo quien -tal y como lo hizo en el PRI hace décadas- criticó a López Obrador, a Morena, y a las políticas inconstitucionales del oficialismo. Recordemos que desde 2019, aquel que simbólicamente había puesto la banda presidencial a Andrés Manuel, se distanció del presidente a causa de la autocrítica que Muñoz Ledo ejerció, y que tanto escozor causó en las filas morenistas.
Tan fue congruente con su discurso, que prefirió renunciar a la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados para evitar lo que, según él, podría desembocar en una crisis de constitucionalidad.
Hombre culto, de claroscuros, repudiado por unos y alabado por otros, Porfirio representaba el México del Ancien Régime que moría para transitar a la democracia en consolidación que hoy tenemos. Muchos políticos actuales, sobre todo los más jóvenes que aspiran a algún día recibir prebenda alguna de sus partidos, desconocen el significado y valor de una figura que, junto con otros gigantes de su tiempo, abrieron camino para la construcción de un México mucho más institucional y constitucional que hoy parece quererse desbaratar. Antes de que nuevas generaciones descubrieran el hilo negro de la política (como creen que hacen), ya otros llevaban largo recorrido en la conformación de la libertad y realidad política actuales. Es necesario y honroso reconocerlos, sobre todo en estas épocas en que se destruyen íconos en pro de un discurso único, unificado e incontestable, que lejos está de las luchas democráticas que protagonizaron personajes como don Porfirio Muñoz Ledo.