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Según la legislación mexicana, sólo pueden formarse partidos políticos nacionales (o más bien dar aviso de que se quiere formar uno) durante el enero inmediato siguiente a la elección presidencial. Traducido a nuestros tiempos electorales, será hasta enero de 2025 cuando las agrupaciones ciudadanas den aviso de su intención de constituirse como un nuevo partido, y empiecen a cumplir los requisitos que marca la Ley en la materia.

Por eso, Marcelo Ebrard no está -al menos por el momento- conformando un nuevo partido político nacional y, por consiguiente, no será éste el vehículo con el que el excanciller busque la presidencia de la República en el proceso electoral que ya dio sus primeros pasos rumbo a 2024. Además, como lo habíamos comentado en semanas pasadas, el tiempo para intentar una candidatura independiente ha pasado para Ebrard, por lo que únicamente le queda la vía partidista. Está claro que con Morena no habrá oportunidad para Marcelo, por lo que, por el momento, el camino de México se verá obligado a usar una plataforma existente como Movimiento Ciudadano o, quien sabe, el Frente Amplio por México que hasta ahora mantiene a Xóchitl Gálvez como su abanderada.

Sorprende que los claudiafílicos o los más férreos fanáticos de Morena señalen como traidor a Marcelo Ebrard, quien en un acto de congruencia política esté siguiendo el camino de uno de sus maestros: Andrés Manuel López Obrador. Fue el actual Presidente quien enseñó a muchos de sus allegados que, ante una elección diseñada por el Estado y ante la imposición, vale la pena replantearse la permanencia en una institución política que haya dejado de sostener los principios con que se formó, e iniciar un camino propio. Así lo hizo AMLO al separarse del PRI, y así lo hizo -de nuevo- al separarse del PRD para fundar Morena. En 2006 fue con este último partido político por la presidencia, y en el 2012 se hizo con la plataforma de la “izquierda” para participar en las elecciones. A partir de ese momento empezó su propio movimiento político que más tarde se convertiría en el actual partido hegemónico. ¿Por qué a AMLO sí se le permite dar un paso al costado e iniciar su propia corriente, pero no a otras figuras? ¿No AMLO persiguió tres veces la presidencia de la República haciendo a un lado a perfiles más jóvenes o competitivos, como lo era Ebrard en 2012?

El Camino de México seguramente desembocará en un partido político nacional durante el siguiente sexenio, sea cual sea el resultado de las elecciones. El gran reto de este partido, que por supuesto que debe ser incluyente, será no reciclar a las dirigencias enquistadas en los partidos en declive que quieran sobrevivir, tal y como lo ha hecho Morena desde 2018, cediendo en muchos casos el control del partido a estos cuadros a conveniencia. Varias formas de pensamiento deben conformar y fortalecer el núcleo duro de principios del movimiento de Marcelo Ebrard, pero debe cuidarse de los advenedizos urgidos de una plataforma que ya ni siquiera en Morena han encontrado.

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