La posición de México

Héctor López Ceballos: La posición de México.

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México tendrá que fijar una postura definitiva frente a Venezuela sí o sí, al menos si quiere conservar los avances diplomáticos que a Marcelo Ebrard tanto le costaron. Sí, entendemos el concepto de no intervención, autodeterminación de los pueblos y la Doctrina Estrada. Pero no se trata de que el Presidente de México sugiera que Nicolás Maduro actúe de una u otra forma ni de que los venezolanos hagan algo o no respecto a la crisis electoral que enfrentan, sino de definir si nuestro país comparte o no la manera en que se han ido dando los vericuetos políticos en la nación sudamericana.

¿Por qué? Simple y sencillamente, porque hay evidencia de que existieron irregularidades indudables en los comicios venezolanos y que las posturas postproceso electoral de Maduro significan atentados en contra de Derechos Humanos, del Estado de Derecho, y que desprestigian y deslegitiman todo el proceso electoral. No es mentira ni propaganda imperialista que hay cientos de detenidos por manifestarse, cuyo paradero se desconoce.

No es mentira que ha habido muertos y heridos a causa de la actuación de las fuerzas oficialistas y grupos cercanos al chavismo. México, país (de los tantos) del 68 -Tlatelolco-, del 71 -El Halconazo- y otros episodios negros reconocidos por el Estado, debe más que nadie pronunciarse abiertamente en contra de estos acontecimientos; después de todo, parte fundamental del discurso de la izquierda mexicana se ha construido a partir de tan lamentables sucesos. ¿No el movimiento progresista condenó las ilegítimas -o cuando menos, cuestionadas- elecciones de 1988 y de 2006? Es malo cuando el imperialismo, la derecha o el conservadurismo se comportan de forma antidemocrática, pero parece ser aceptable cuando un Gobierno autodenominado “de izquierda” o “socialista” actúa de la misma forma.

Chávez, con todo y todo, llegó a ser un personaje líder de Latinoamérica. Podremos o no haber comulgado con sus ideas y formas, pero es innegable que desempeñó un rol importante en la ola de gobiernos progresistas que llegaron al poder en la región, sobre todo gracias al tremendo impulso que le dio la industria petrolera venezolana. No es el caso de Maduro, quien ha hecho de Venezuela una productora importante de migración y exilio, aferrándose a un poder que poco a poco se le diluye en las manos.

Ya sea por la presión del principal socio comercial de México (Estados Unidos), o por las conversaciones con Colombia y Brasil, hoy referentes regionales, nuestro país tendrá que tomar una postura pronto sobre lo que ocurre en Venezuela, y esa postura dirá mucho sobre el porvenir del Gobierno mexicano y el bagaje ideológico del oficialismo.

Por lo pronto, y como señalamos la semana pasada, estos acontecimientos sólo refuerzan el acierto de tener contrapesos autónomos como lo son los Órganos Constitucionales (el INE, por ejemplo), y Poderes independientes a devenires electorales.

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