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La victoria de Donald Trump en Estados Unidos el pasado martes no necesariamente tiene que significar un mal escenario para México. De hecho, mucho dependerá de la postura que el gobierno mexicano adopte frente a los temas prioritarios de la nueva administración estadounidense. Cierto es que el personaje que gobernará al vecino del norte es polémico y amenazante, pero ya tuvimos una administración con Trump y no resultó catastrófica para nuestro país, contrario al análisis de muchos analistas.

Sí, Trump no sólo ganó la presidencia, sino que se llevó el Senado y está próximo a obtener la mayoría en la cámara de representantes, algo así como lo que el gobierno de la cuarta transformación logró las pasadas elecciones. Por supuesto que esto le permitirá hacer y deshacer con soltura, e incluso es probable que se radicalice al ya no tener que autocontenerse con miras a una potencial reelección. No obstante, Trump ha demostrado ser más bien partidario del aislacionismo político y el proteccionismo económico, gobernando Estados Unidos para adentro y favoreciendo a sus actores económicos por sobre los equilibrios con el extranjero.

Es probable, de hecho, que se abandone la tradicional postura de “vigilante” o policía mundial que ha caracterizado a Estados Unidos, y veamos a la superpotencia decantarse por no intervenir directamente en aquellos conflictos en los que no tenga un interés particular; Ucrania muy probablemente deje de recibir ayuda norteamericana, e Israel seguramente quede sólo en su reprochable actuación contra civiles sirios. Más pronto que tarde veremos los resultados de la política exterior de Donald Trump, con la que la OTAN, por cierto, no debe estar muy contenta. Quizás hasta el régimen de Maduro en Venezuela encuentre un respiro con la llegada del viejo nuevo presidente.

¿Y México? Es innegable que nuestro país ha sido blanco de ataques y críticas provenientes de Trump durante años, y también es cierto que el Tratado de México, Estados Unidos y Canadá de libre comercio puede verse amenazado, pero también lo es que nuestro país mucho puede hacer para mantener la relación amistosa con nuestro vecino. A juicio de quien escribe esta columna, varias de las solicitudes del nuevo mandatario no son descabelladas, y de hecho son esperables de cualquier Presidente que quiera meter orden en su país en áreas como la seguridad y la salud. Finalmente, lo que hagamos aquí puede ser beneficioso no sólo para ellos, sino hasta para nosotros. La lucha contra el crimen organizado es una asignatura pendiente, pues la violencia afecta a ciudadanos de ambos países, sin discriminación alguna, y ni qué decir de las consecuencias del consumo de drogas ilegales. Veremos.

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